La condesa Marta Guilhou le explicaba a la señora Sakia los metodos de Elizabeth Arden, capaces de conservar la eterna belleza, mientras mordian ambas unos rabanillos, y la esposa del Presidente de la Union Patriotica ponia en duda la elegancia de los sombreros de Cora Marson ante la indiferente mirada de la señora Geertghe.