Ibamos hacia la caseta del jardinero cuando llego la señorita Elvira. Traia en la cara el espanto de la calamidad. Me dijo, Nolo, vete a casa, que tu madre no esta bien, y la felicidad con la que habia llegado aquella mañana al palacio empezo a desbaratarse en pedazos. Mire a Eneka y este me indico, anda vete, que no sera nada, y me dio una palmada en la espalda.
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