POLA DE LAVIANA: Don José Valdés fué un buen maestro y me dió clase...

Don José Valdés fué un buen maestro y me dió clase a mi, entre otros.

Aquellas grandes aulas, donde entraban más de cuarenta chiquillos que nos sentabamos en pupitrees de madera, en bruto (sin pintura ni barniz); con tinteros de porcelana y plumines que comprábamos en las librería "La Nueva España " ó "el Disloque"., lapicero, goma y caja de colores de "Alpino".

Pizarras de pizarra auténtica, pizarro y pizarrín blanco (allí haciamos las cuentas y las borrábamos con el puño ó con la manga del jersey.

Los Inviernos frios pasábamos las mañana congelados; pues la única calefacción se resumía en una pequeña estufa de gas que tenía el maestro a sus pies.
La socorrida manga del jersey hacía las veces de pañuelo, convirtiendo las velas colgantes decoraban las bocamangas a modo de galones de marina. jajajaja

A la salida del recreo (a las once) corría un raudal de chiquillos en desandada, pasando el gran portón, ganando las escaleras y corriendo a coger campo, donde jugar el partido de fútbol.
Los mayores jugaban en el patio principal (muchos de ellos ya estaban fichados por el Real Titánico y eran muy estimados por sus compañeros y maestros); de hecho los patios de la Escuela Graduada fueron la auténtica cantera de fútbol de la localidad.

A veces coincidía el paso de la Campurra con la hora del recreo y durante un momento la chiquillería contemplaban el espectáculo con cientos de sonrisas agradecidas.

La visita a los "jardines del surtidor", entraba entre las andanzas de esa media hora de juegos; aunque oficialmente no se podía salir del recinto escolar, el surtidor se convertía en la fuente oficial del recreo; pues había cola para beber y había algún que otro que ponían el dedo en el orificio del chorrito y a modo de sifón regaban en derredor a todos los güajes concentrados. Estas maniobra no era tomada a mal por casi nadie; pues era motivo de risas y chanzas por casi todos.

A las doce, después de rezar el Angelus, se óía claramente el "Turullu" y salíamos otra vez en desbandada -siempre ívamos corriendo-

Al lado de la escuela estaba la Panificadora Moderna, donde hacían un pan riquísimo.
Joaquina estaba detrás del mostrador y ¡qué paciencia tenía!.