¡Oh vieja calle de Uría, era el alegre paseo, de toda la joven gente, paseando por su centro, estudiantes, modistillas, todas las gentes del pueblo!. No había circulación, sólo aquel tranvía viejo, algún carrillo de mulas, ¡ah! y el coche de correos, el único de motor que había en aquellos tiempos. Pero en Uría no todos paseaban. Los mayores, desde los ventanales de Peñalba o desde el altillo del Automovil Club, entre volutas de humo de La Habana, contemplaban es espectáculo que ya no volverá. A.y. Y C. R-te. A.