Lloré amargamente el día que se llevaron en adopción, por esta
puerta, a mi hermana de tres años. Yo tenía entonces cinco.
No volvería a verla, hasta el
verano del 2oo1, cuarenta y un años después.
Esta casona, me trae al recuerdo, una infancia triste y oscura.
Aunque tampoco faltaron momentos de alegría, como cuando nos llevaban a Candás de vacaciones en el verano, y la
playa de Antromero, y los partidos de
fútbol que jugabamos en los prados.
Yo quiero animar desde aquí, a los que estubieron
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