Pero lo que excede a toda ponderación, lo que es gala incomparable de la Cámara
Santa son los bellísimos
capiteles y
estatuas que sirven de apoyo a los
arcos de la nave. En su género son de lo mejor de
España, si se deja aparte el celebérrimo
Pórtico de la Gloria que el maestro Mateo labró en la
Catedral de Santiago de Compostela.