El paseo de los Alamos mantuvo durante mucho tiempo algunos de los viejos ejemplares arbóreos al que por derecho pertenece. Algunos vivieron milagrosamente durante años, respirando humos y embutidos en su corsé de cemento, para morir por intereses distintos de los verdaderos de la ciudad. El último sacrificio coincidió con la construcción en 1972, del aparcamiento subterráneo que ahuecó parte del paseo, parte de Uría y toda La Escandalera. Carmen Ruiz-Tilve. Cronista Oficial de Oviedo.