Nací en la campiña de
Cártama, en la loma de Gorrinos. Viví hasta los 18 años en el cortijo de las Proveedoras. A esa edad emigré a
Barcelona y en ella me encuentro todavía. Deseso hace ya 45 años. Hablo catalán, pero mi corazón está allí. En aquella campiña, que ya no existe. Atravesada por
canales,
caminos rurales, nuevas
carreteras y autovías y el AVE, que discurre por los lugares donde jugué, donde trabajé, donde trabajé y donde pasé mil penalidades; frios, calores, caminar descalzo por el barro
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