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JIMENA: Bueno Luis despues de habernos puesto la miel en los...

LOS DOMINGOS POR LA TARDE, (PESE AL FÚTBOL), NO OS ABANDONO.
LEER: FUENTE DE SABER Y PLACER. (Por Luismarín)

Seguramente, este Domingo 16 de diciembre, para muchos jimenatos (residan o no en el pueblo), sólo habrá supesto que falta un día menos para disfrutar de las próximas Navidades que conllevarán, eso les deseo, algunas jornadas para el asueto y olvido del trabajo habitual. Por desgracia, al menos para seis millones de españoles, el castigo “Divino” de ganarse el pan con el sudor de su frente hoy sería una bendición caída del cielo. Sin embargo, algunos descendientes de los antiguos pobladores de la Bética Romana, no nos olvidamos que hoy, en nuestra Comunidad Andaluza, se celebra el “Día de la Lectura”.

En efecto, cabe recordar, que ”por Acuerdo del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía de 24 de mayo de 2005 se declara el día 16 de diciembre como Día de la Lectura en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía (BOJA núm. 236 de 2 de diciembre de 2005)”. Se conmemora que durante los días 16 y 17 de diciembre de 1926 se reunieron en Sevilla los escritores Federico García Lorca, Rafael Alberti, José Bergamín, Juan Chabas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Jorge Guillén y Luis Cernuda para clausurar el homenaje al poeta cordobés Luís de Góngora. Este grupo de escritores y poetas se conocerían posteriormente como la “Generación del 27”. Además, este año coincide con el centenario de la llegada a Baeza del poeta sevillano Antonio Machado, donde permanecería hasta 1919:

“El río va corriendo, entre sombrías huertas y grises olivares por los alegres campos de Baeza”.

Esta mañana al dirigirme al lugar en el que iba a celebrar, a mi manera, este “letrado” domingo, he pasado por la puerta de la Iglesia de San Antonio de los Alemanes (C/ Puebla en el distrito de Centro) y he recordado, que en el interior de este barroco templo se pueden contemplar en sus techos unos “esplendidos” frescos del pintor napolitano Luca Giordano (1634-1705). He entrado una vez más a recrear mi vista en esas pinturas. Entre ellas destaca de manera especial “El milagro de la mula”. En ese momento se oía la Homilía (comentario tras la lectura de algún texto sagrado). El “orador” recordaba a los fieles (pocos y mayores) que “cada cosa tiene su tiempo y los nabos en Adviento”, era una forma de ilustrar que estos días marcan el inicio de un nuevo año litúrgico. Explicaba a los parroquianos, que al igual que en los primeros días del año cronológico o secular, es típico hacerse nuevas promesas a cumplir desde esas fechas (bajar de peso, aprender inglés, no ver tanto la TV, etc. etc.), en el inicio de este ciclo litúrgico también podríamos hacernos alguna resolución o propuesta para acercarnos más a ¿…………?. No acabé de oír a que se refería pues ya había terminado de ver las pinturas y buscaba sigilosamente la salida. Yo si me hice una propuesta que no me va a costar mucho trabajo cumplirla: leer un poco más cada día y diversificar el género, es decir, si es posible, hasta los “prospectos” de las cajas de medicinas.

Después, en autobús urbano (ya os daré noticias sobre el futuro de mi tendón de Aquiles), continué mi camino. Como os decía anteriormente, quería celebrar el Día Andalúz de la Lectura. Mi destino era la Residencia de Estudiantes (c/ Pinar o c/Serrano) a la que se puede acceder sin ningún problema si se conoce su semi escondida entrada. Su edificio principal, conocido como “El Trasatlántico” y el resto del “complejo” son de primeros del siglo XX (1910), de estilo neomudejar y con primacía de la funcionalidad. Las instalaciones: salas de exposiciones, aulas para las clases, habitaciones para los estudiantes, biblioteca, sala de lectura, sala de juntas, salón de actos o de conferencias, bar, restaurante y demás están erigidas en los terrenos que se llamaban Altos del Hipódromo del Pº de la Castellana. Sin embargo, al paraje se le conoce mejor por el poético nombre con el que Juan Ramón Jiménez los rebautizó: “La Colina de los Chopos”.

Pero antes de entrar a la sala de proyecciones donde en su pantalla se puede seguir la historia de la Residencia a través de varios documentales de su época, mi estomago me reclamó algo con lo que distraerse. Con este fin, busqué el kiosco de madera y cristal (parecido al de Cánava) que se encuentra entre el bosquecillo de chopos que, junto al Jardín de las Adelfas, circunda la Residencia por uno de sus frentes. Aproveché para ojear el diario y volver a experimentar uno de mis placeres cotidianos: mezclar el sabor del café con el de la tinta fresca que se te pega en los dedos al ir pasando las páginas dominicales. El ruido, que los “crujientes churros” producían al masticarlos, se mezclaba con el “tamborileo” provocado por la lluvia al estrellarse contra la cristalera. Sólo faltaba una buena chimenea con troncos de olivo ardiendo a toda pastilla.

La relación de la lectura con la Residencia de Estudiantes no puede ser más estrecha. Esta Institución, al igual que la Junta de Ampliación de Estudios, las Misiones Pedagógicas o la compañía de teatro “La Barraca” (todas ellas conocieron su esplendor en los años veinte y treinta del siglo pasado así como su arrasamiento desde el Año I de la Victoria) fueron el maravilloso fruto de las ideas educativas de la Institución Libre de Enseñanza. Ideales que, sobre mediados del siglo XIX, Julián Sanz del Rio, Nicolás Salmerón (Presidente de la I República), Francisco Giner de los Ríos y otros, introdujeron en España para llevar a la práctica los novedosos métodos educativos del alemán Friedrich Krause: el Krausismo.

El “krausismo” era, o es, una corriente pedagógica que defiende la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo. Su lógica de enseñanza busca el contacto directo con la naturaleza, el conocimiento a través de la experimentación directa, los viajes culturales y, por encima de todo, una selección de lecturas apropiadas para cada momento. Por la Residencia pasaron (como profesores o como dirigentes) Ortega y Gasset, José Castillejo, Alberto Jiménez Fraud, Gregorio Marañón, Fernando de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Ramón y Cajal, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa, Antonio Machado o Juan Negrín (como catedrático de Fisiología antes de ser Presidente de la II República) entre otros. Por su Salón de Conferencias desfilaron científicos como Albert Einstein o Marie Curie, músicos como Igor Stravinsky, economistas como J. M. Keynes o arquitectos como Le Corbusier. Entre sus alumnos sobresalieron Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Pepín Bello o el nobel Severo Ochoa. Todos ellos tenían un denominador común: su amor a los libros, su estudio y su lectura.

La lectura (ver cualquier enciclopedia) se puede definir como el proceso de significación y comprensión de algún tipo de información o ideas almacenadas en un soporte y transmitidas mediante algún tipo de código, usualmente un lenguaje, que suele ser visual. Hay otros tipos de lectura que no están basados en el lenguaje como por ejemplo los pictogramas. El proceso mediante el cual leemos consta de cuatro pasos: Visualización, Fonación, Audición y Cerebración. La lectura es una relación que se establece entre el lector y el texto. El acto de la lectura no un simple proceso de conocimiento, es una experiencia que compromete al individuo en todos sus órganos sensoriales. Es una actividad personal que amplía la sapiencia del lector al procesar unos recursos lingüísticos que se van a reflejar en sus relaciones sociales y en la comunicación con los demás. “Oíd hablar a una persona y sabréis si lee. Quien lee un libro tiene una nueva palabra para su vocabulario, quien lee mil libros tiene mil palabras más para comunicarse”.

En los primeros siglos de nuestra era la lectura en voz alta era lo normal. Aunque hay algunos textos del siglo V a. C. que atestiguan que los griegos practicaban la lectura en silencio, probablemente fuese una práctica excepcional. Alrededor del siglo X las palabras se escribían una tras otra, sin espacios en blanco ni puntuación. No se puede olvidar que, en la Edad Media y el Renacimiento el lector no era libre en la selección del material de lectura. En el año 1559 la Sagrada Congregación de la Inquisición de la Iglesia Católica Romana creo el Index Librorum Prohibitorum, es decir, implantó la censura a determinados textos que no le convenía que tuvieran difusión. En relación con los Reyes y Príncipes, se usaba el término Ad Adsum Delphini, para los libros de uso exclusivo de los Monarcas y sus vástagos. (CONTINÚA)

(CONTINUACIÓN)

Cada vez parece más difícil encontrarle un hueco a la lectura. El tiempo pasa entre el trabajo, navegar por internet, la TV, la radio o salir con los amigos. Al igual que nos cuidamos e intentamos hacer deporte más a menudo, deberíamos dedicar al menos una hora a la lectura. Los romanos acuñaron la frase “nulla dies sine línea”, ni un día sin leer una línea). Su ejercicio favorece la concentración y la “empatía” (capacidad de conectarse con otras personas). Para algunos, “la lectura crea, recrea y transforma. Una buena selección de libros es como una buena selección de alimentos: Nutre”. Hay que leer con intensidad, despacio, con cuidado viviendo la vida de las palabras. Al cobrar vida cada palabra la imaginación echa a volar. El poder de la mente es tan fuerte que recrea lo imaginado. Algunos psicólogos sostienen que no sólo es mas “empático” quien más lee, sino también mejor orador. Cicerón decía “a hablar no se aprende hablando, sino leyendo”. También apuntan que la lectura por placer predice el éxito profesional. Quién fue un ávido lector en su infancia y juventud tiene más posibilidades de triunfar en su madurez.

Tampoco debemos omitir los beneficios de la lectura en la vejez. Neurólogos de prestigio recomiendan la lectura como método preventivo del alzheimer u otras enfermedades neuorodegenerativas. Quienes se mantienen mentalmente en forma a lo largo de su vida, corren menos riesgo de padecer parkinson o trastornos cardiovasculares.

Fundamentalmente, el poder de la lectura hay que utilizarlo para mejorar la “injusta” sociedad en que vivimos.

Finalmente, os voy a contar un pequeño secreto personal. Desde hace años tengo un grueso cuaderno (por supuesto no azul, como el de quien algunos recordaran) donde apunto las frases o citas que me llaman la atención en mis lecturas. Siempre viene bien tener el cuaderno a mano y no equivocarse cuando se usan en un texto. Los Romanos siempre recordaban: QUI SCRIBIT, BIS LEGIT (Quien escribe, lee dos veces).

El “esclavo o los esclavos negros” del Foro, no sólo te eliminan lo que le da la gana. También te reducen la extensión del texto de tal forma que no puedes llegar a los tres folios. Para colgar mi “intento” de Ensayo sobre la Lectura he tenido que prescindir de más de dos páginas. Aunque seguramente, para algunos leer más de unos renglones puede ser un verdadero “coñazo”, me extiendo con unas líneas más.

No he podido disertar sobre el “poder” que ejercen, a veces inconscientemente, los que se dedican a la literatura. Tomamos como verdades lo que ellos crean cómo pura ficción. Tienen en sus manos ese bálsamo de fierabrás del que hablaba Don Quijote cuyos extraordinarios efectos podían juntar un cuerpo partido en dos y dejarlo tan sano como una manzana”. La magia de la lectura no sólo recompone un cuerpo destrozado, mitiga los dolores de la soledad y aplica el ungüento que alivia el ánimo y da consuelo a la oscuridad de nuestra existencia.
Si los escritores no existieran, habría que inventarlos. Quienes se pasan horas pergeñando historias que curan y consuelan, realidades que sólo existen en el entramado de su cerebro, tienen la ineludible obligación de mantener la fe en los encantamientos y sortilegios. Si no alumbran “quimeras” y cuentos increíbles, los lectores que se acerquen a ellos se sentirán timados y los abandonaran, porque nadie en la ficción pretende encontrar la realidad, para eso tenemos la propia vida. Con los medios que nos proporciona esa mágica constelación de la literatura, somos más capaces de afrontar la realidad de nuestro mundo y, quizás, transformarlo y hacerlo más llevadero.

En la casa de mis padres, en mi infancia, apenas había libros. De ellos, algunos me vienen al recuerdo: “Cuore” de Edmonde de Amicis, algunos Cuentos de Calleja, una biografía sobre el Capitán Cortés (héroe Nacional en el Santuario de la Virgen de la Cabeza), una novela sobre la Bella Otero y Alfonso XIII, un descuadernado “Quijote para niños” y una publicación muy ilustrada sobre la historia de la Selección Nacional de Fútbol. Después irían llegando “El Parvulito”, las sucesivas “Enciclopedias Álvarez” y como no, los “tebeos o cuentos”.

Gracias a mis vecinos Tomás y Felipe, estaba bien surtido de “tebeos” (a ellos se los traía del Rastro de Madrid su tía Antonia, que venía una vez al año a Jimena. Había tenido que salir por “piernas” del pueblo por el hecho de ser de izquierdas). La lista es común a la de todos los niños de esos años: El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, Diego Valor, El Capitán Trueno, El Jabato, Hazañas Bélicas, El Llanero Solitario, Superman y otros muchos más. Para las niñas: Azucena, Sissi, Lolita o Mariló entre otras publicaciones de las que me acuerdo menos. No me puedo dejar al “TBO”, “Jaimito” o “Pulgarcito”. Míticos eran sus personajes: Carpanta, la Familia Ulises, el Reportero Tribulete, Don Pío, Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Doña Urraca, las Hermanas Gilda, etc.

Finalizaré el tema de la lectura, con la pregunta que nos habremos hecho todos alguna vez en nuestra vida ¿qué libros nos han dejado más huella a lo largo de nuestros años?. Aunque la memoria, según un viejo proverbio,” es como el mal amigo, que cuando más falta te hace te falla”, yo casi siempre recuerdo estos: En mi infancia “Dos años de vacaciones” de Julio Verne, (con el valor añadido de que lo heredé de mi primo Juan Rafael q. e. p. d. que en 1964 se marchó a Venezuela en busca de su padre), en la adolescencia “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez y en mi madurez reparto mis preferencias entre “El Jinete Polaco” de Antonio Muñoz Molina y “La lengua de las mariposas” y “El lápiz del carpintero” de Manuel Rivas.

Aprovecho estas últimas líneas para daros mi “parte médico”. Como ya he traslucido en este Foro, en varias ocasiones, tengo una rotura parcial del tendón de Aquiles. Mi iban a intervenir quirúrgicamente el pasado 29 de noviembre en Madrid, pero he decido esperarme a que pasen las Navidades y que la operación se realice en Jaén, con los míos al lado.

Después de la operación tendré que aguantar, “estoicamente”, ocho semanas de baja y con “muletas” incorporadas. Será la primera vez en mi vida, desde los 19 años, en los que no voy a poder valerme por mi mismo. Espero que no sufra ningún ataque de “autismo” o de agriamiento del carácter. Por tanto, ahora mismo, no sé si tendré humor para acompañaros y tratar de entreteneros con mis “batallitas”, en las tardes del domingo, como ha ocurrido en los tres últimos meses. “El tiempo hablará”.

En la semana que comienza mañana, tengo que preparar una conferencia (charla, ponencia o cómo queráis llamarla) sobre “Las pensiones, historia, presente y futuro” que, aunque ya la he dado en Madrid, la voy a repetir en Jimena en colaboración con el Ayuntamiento y el Hogar del Pensionista. Todavía no hemos acordado ni la fecha, ni el lugar, ni la hora, pero tendrá que ser entre los días 25 y 30 de diciembre. Por supuesto estáis todos invitados si os interesa el tema.

Espero cumplir en mi intervención con lo que aprendí de un antiguo proverbio árabe: SI LO QUE VAS A DECIR NO ES MÁS BELLO QUE EL SILENCIO, NO LO DIGAS. Además, continuaré aplicándome a mí mismo, estas bellas palabras de Sócrates: LA VERDADERA SABIDURÍA ESTÁ EN RECONOCER TU PROPIA IGNORANCIA.

Saludos y hasta otra,

Bueno Luis despues de habernos puesto la miel en los labios, y tus escritos, maravillosos escritos añadiría yo, ahora de sopeton no nos los puedes quitar, inventate lo que quieras, ya ves que ahora con el corta y pega esto no hay quien lo soporte.

Ahora tendrás mas tiempo, sentadito a la lumbre, ten cuidado con las cabrillas, para hacernos llegar tus escritos, eso si ya no permitiremos que solo sean los lunes luneros, queremos otro el martes, hasta que te hartes, el miercoles futbolero, el jueves y el viernes, el sábado sabadete queremos dos, escritos me refiero.

Asi que como seguro que me haras caso, porque sino va a parecer un accidente lo tuyo, espero tus lineas, mas bien tropeles de lineas.

saludos patossssssss.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Que yo estoy encantado con los escritos de Luis no hay que dudarlo, yo soy el único de la casa que no le, fui solo leedor de periódicos y ahora ni de eso son tus escritos y el foro lo único que leo, claro esta también estoy de acuerdo con lo que dicen Pachuelo y el Palomero, Luis no tendrás excusa en estas nueve semanas, podrías posponerlo algún día si coincide el dia de la operación con el día de la publicación pero seguro que tu hermana no te capará el ordenador como paso en el trabajo y escribir ... (ver texto completo)