Enrique Clemente dice:
En el país de Mariano Rajoy se incentiva a los parados para que busquen trabajo recortándoles la prestación, como si no fuera el propio sistema el que se muestra incapaz de generar puestos de trabajo. En el país de Rajoy los pensionistas deben pagar por sus medicamentos y los -que suelen ser las- cuidadores de los dependientes ven recortada su paga, como si no hubiera otros sitios menos indignos donde meter la tijera, por ejemplo suprimiendo las diputaciones. En el país de Rajoy, intervenido y con soberanía limitada, las órdenes se imparten desde Berlín y Bruselas y las ejecuta el presidente. En el país de Rajoy las explicaciones de las medidas se dan en inglés a los inversores internacionales, que es para los que en realidad se gobierna, y se hurtan a los ciudadanos, que son quienes las sufren. En el país de Rajoy hay que leer el BOE para enterarse de lo que la portavoz y los ministros de Economía y de Hacienda se callan o maquillan mediante alambicados eufemismos. En el país de Rajoy el Gobierno está haciendo justamente lo contrario de lo que prometió, por lo que carece del mandato de las urnas para desmantelar el Estado de bienestar y masacrar a los trabajadores y a las clases medias, porque negó una y otra vez que lo haría. En el país de Rajoy se amnistía a los defraudadores fiscales y se fríe a impuestos a los que cumplen con sus obligaciones. En el país de Rajoy los sospechosos son los parados, los pensionistas y los funcionarios, siempre prestos a engañar al Estado, y nunca los poderosos. En España otro ajuste era posible, es falso que la única salida sea que la sangre, el sudor y las lágrimas las derramen solo los de siempre.
En el país de Mariano Rajoy se incentiva a los parados para que busquen trabajo recortándoles la prestación, como si no fuera el propio sistema el que se muestra incapaz de generar puestos de trabajo. En el país de Rajoy los pensionistas deben pagar por sus medicamentos y los -que suelen ser las- cuidadores de los dependientes ven recortada su paga, como si no hubiera otros sitios menos indignos donde meter la tijera, por ejemplo suprimiendo las diputaciones. En el país de Rajoy, intervenido y con soberanía limitada, las órdenes se imparten desde Berlín y Bruselas y las ejecuta el presidente. En el país de Rajoy las explicaciones de las medidas se dan en inglés a los inversores internacionales, que es para los que en realidad se gobierna, y se hurtan a los ciudadanos, que son quienes las sufren. En el país de Rajoy hay que leer el BOE para enterarse de lo que la portavoz y los ministros de Economía y de Hacienda se callan o maquillan mediante alambicados eufemismos. En el país de Rajoy el Gobierno está haciendo justamente lo contrario de lo que prometió, por lo que carece del mandato de las urnas para desmantelar el Estado de bienestar y masacrar a los trabajadores y a las clases medias, porque negó una y otra vez que lo haría. En el país de Rajoy se amnistía a los defraudadores fiscales y se fríe a impuestos a los que cumplen con sus obligaciones. En el país de Rajoy los sospechosos son los parados, los pensionistas y los funcionarios, siempre prestos a engañar al Estado, y nunca los poderosos. En España otro ajuste era posible, es falso que la única salida sea que la sangre, el sudor y las lágrimas las derramen solo los de siempre.
