... Yo recuerdo que aquella tarde venía de csas de madre, y bajando por calle Cerrillo tuve una sensación extraña, me pare, respire, y senti como si el aire viniera cargado de peligro... fui corriendo hasta mi casa, creyendo que algo malo le habia pasado a los mios... al entrar Lope mi dijo: Hay un golpe de Estado.
Ya sabemos que los animales perciben en las ondas del aire el peligro, y en raras ocasiones nos ocurre a los humanos, a mi me ha pasado varias veces, casi siempre para algo malo.
Como todos los españoles, tuve miedo, pero el sentimiento más fuerte de VERGUENZA, vergüenza por que este País no supieran convivir personas con distintas ideas.
Gracias a Dios, aquello no prosperó, y hoy gracias a la Democracia, podamos convivir todos.
Sin duda aquella noche fue "la noche de los transitores".
Ya sabemos que los animales perciben en las ondas del aire el peligro, y en raras ocasiones nos ocurre a los humanos, a mi me ha pasado varias veces, casi siempre para algo malo.
Como todos los españoles, tuve miedo, pero el sentimiento más fuerte de VERGUENZA, vergüenza por que este País no supieran convivir personas con distintas ideas.
Gracias a Dios, aquello no prosperó, y hoy gracias a la Democracia, podamos convivir todos.
Sin duda aquella noche fue "la noche de los transitores".
Muy al contrario de lo que me pasó a mi, pienso que ha sido uno de los días mas gloriosos de España, a luz pública y ante todo el mundo "triunfó" lo que debía de triunfar, sin una gota de sangre y sin un desperfecto material, ¡todo en orden al día siguiente!
A LOS GOLPISTAS LES GUSTABA EL EMPINAR EL CODO
Esto no lo sabía yo:
Cuatro botellas de Moët Chandon, seis de Codorníu, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de whisky, 24 botellas de vino tinto... y así hasta sumar bebidas por valor de 106.672 pesetas consumieron del bar del Congreso los guardias civiles que asaltaron la Cámara el 23 de febrero de 1981.
La relación detallada de bebidas y comestibles consumidas durante el golpe figuran en un documento elaborado el 28 de febrero por el Servicio de Intendencia de la Cámara, quien calculó en 106.672 pesetas de las de hace 30 años el valor de todo lo que desapareció del bar, entonces situado en el vestíbulo de Isabel II, tras la Puerta de los Leones.
Este informe ha sido guardado durante los últimos treinta años en el Archivo del Congreso y forma parte de una serie de documentos relacionados con el 23-F a los que este martes se permitió acceder a la prensa.
Los testimonios de quienes sufrieron el golpe siempre han destacado el lamentable aspecto que presentaba el bar tras haber pasado por allí los guardias civiles y haberse bebido prácticamente todas sus existencias, entre ellas 19 botellas de whisky, 18 de ginebra, así como coñac, vermut, anís... También comieron, y en este caso la factura se calculó en 93.349 pesetas, valor de un buen número de latas de espárragos, mermelada o bonito, así como de chorizos, jamones, frutas, ternera, café y muchas otras viandas, a las que se añaden 54.800 pesetas en tabaco.
El informe está acompañado de otro referido a los daños materiales que hubieron de repararse por los destrozos ocasionados por los tiros de metralleta y por otras acciones, como el destrozo de las sillas que Tejero ordenó colocar en el centro del hemiciclo para prender fuego si la luz se cortaba.
Cuenta el arquitecto conservador de la Cámara, en un papel fechado el 21 de diciembre de 1981 que había 37 impactos de bala, cuya ubicación detalla exacta; en otra relación reseña del coste de las obras de reparación, por importe de 1.057.280 pesetas.
Esto no lo sabía yo:
Cuatro botellas de Moët Chandon, seis de Codorníu, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de whisky, 24 botellas de vino tinto... y así hasta sumar bebidas por valor de 106.672 pesetas consumieron del bar del Congreso los guardias civiles que asaltaron la Cámara el 23 de febrero de 1981.
La relación detallada de bebidas y comestibles consumidas durante el golpe figuran en un documento elaborado el 28 de febrero por el Servicio de Intendencia de la Cámara, quien calculó en 106.672 pesetas de las de hace 30 años el valor de todo lo que desapareció del bar, entonces situado en el vestíbulo de Isabel II, tras la Puerta de los Leones.
Este informe ha sido guardado durante los últimos treinta años en el Archivo del Congreso y forma parte de una serie de documentos relacionados con el 23-F a los que este martes se permitió acceder a la prensa.
Los testimonios de quienes sufrieron el golpe siempre han destacado el lamentable aspecto que presentaba el bar tras haber pasado por allí los guardias civiles y haberse bebido prácticamente todas sus existencias, entre ellas 19 botellas de whisky, 18 de ginebra, así como coñac, vermut, anís... También comieron, y en este caso la factura se calculó en 93.349 pesetas, valor de un buen número de latas de espárragos, mermelada o bonito, así como de chorizos, jamones, frutas, ternera, café y muchas otras viandas, a las que se añaden 54.800 pesetas en tabaco.
El informe está acompañado de otro referido a los daños materiales que hubieron de repararse por los destrozos ocasionados por los tiros de metralleta y por otras acciones, como el destrozo de las sillas que Tejero ordenó colocar en el centro del hemiciclo para prender fuego si la luz se cortaba.
Cuenta el arquitecto conservador de la Cámara, en un papel fechado el 21 de diciembre de 1981 que había 37 impactos de bala, cuya ubicación detalla exacta; en otra relación reseña del coste de las obras de reparación, por importe de 1.057.280 pesetas.