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Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra.
Uno tiene que ir muy lejos, para saber hasta dónde se puede ir.
Buenas noches Sensi, dulces sueños, hasta mañana un abrazo.
En una escuela pública de Ciudad de Guatemala, donde las ventanas tenían más remiendos que cristales, llegó un día un niño nuevo. Se llamaba Thiago. Tenía 10 años, una mochila demasiado grande para su espalda… y una mirada que no seguía a nadie.
Porque Thiago era ciego.
La maestra, doña Mireya, no sabía qué hacer. Nunca había tenido un alumno así. Al principio, intentó seguir como si nada. Pero Thiago no pedía ayuda. Solo escuchaba, siempre atento, con una calma que desconcertaba.
Hasta que un ... (ver texto completo)
Madurar es darte cuenta que no tienes muchos amigos... Solo conoces mucha gente...
Quien aprende a volar dentro de sí... Nunca más teme a las alturas de la vida.
Dicen que cuando dejes de forzar caminos... Entenderás porqué tantos se cerraron..
Los instantes...
Que se quedan a vivir en nuestra memoria son aquellos que llegan sin preguntar nada...
Sólo suceden..
Buenas noches Antonia. que sueñes bonito y té levantes alegre. un abrazo.
Hasta mañana Sensi, ahora toca descansar, un abrazo.
Buenas noches Antonia. que sueñes bonito y té levantes alegre. un abrazo.
PepiLand la Tierra del Amor

Cuentan nuestros abuelos, que hace años, viendo que la maldad no cesaba en el mundo, los habitantes de la Tierra tuvieron una maravillosa idea. Algunos hombres buenos llevarían unas semillas muy especiales a una tierra muy lejana a la que llamaron PepiLand.
Pero no eran unas semillas cualquiera… eran pepitas de amor. Sabían que así, el amor podría crecer sin miedo a ser destruido por quienes preferían vivir con odio. Sembraron allí sus pepitas y se marcharon con la esperanza de que germinaran y algún día, pudieran inundar el mundo de paz y convertirlo en un lugar maravilloso y más habitable.
Al cabo de muchos años, PepiLand se había convertido en una tierra tan fértil, que los Pepitos y Pepitas que allí nacían, decidieron que era el momento de comenzar a dispersarse por todo el planeta Tierra.
Los bebés que aún no habían nacido y vivían en el cielo, estaban tan en contacto con la bondad, que fueron los primeros elegidos para repartir pepitas de amor a toda la humanidad. Cada niño que nacía, traía una o varias pepitas de amor bajo el brazo y se las entregaba a alguien a quien amaba con todo su corazón.
Quien recibía una Pepita o un Pepito, tenía para siempre la certeza de que era alguien muy querido y especial para otra persona, por lo que nunca se sentiría sólo ni tendría deseos de dañar a nadie.
Tiempo después, los hombres y mujeres buenos se encargaron también de ayudar a repartir la gran cantidad de pepitas que no dejaban de crecer. Había mucho trabajo para cada habitante de la Tierra. Fue así como el amor que algunos hombres buenos sembraron una vez, comenzó a ganar la batalla al odio y la maldad.
En nuestros días, la lejana tierra de PepiLand sigue existiendo y es un lugar muy fértil, donde no paran de brotar Pepitas y Pepitos dispuestos a convertir nuestro planeta en un hermoso mundo, donde sólo haya hombres y mujeres buenos que deseen convivir en paz. ... (ver texto completo)
La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.
Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea.
Hay mucha gente que no cree en nada, pero que tiene miedo de todo.
Todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla. He aquí la diferencia entre los que creen y los que disfrutan.