Mi padre, Francisco Cornejo Bolaños, nació en Zalamea y, como buen zalameño que era, quiso mucho a su
pueblo y volvía cada vez que podía.Una buena parte de ese cariño lo heredé yo, por lo que periódicamente doy un paseíto de ida y vuelta a Zalamea para hacer dos cosas importantes: respirar aire puro, oler otra vez a jara, a tomillo, poleo, zaguarzo, romero... Y
comprar aguardiente para hacerme unas manguaritas. Ese pilar de la
fotografía me trae recuerdos entrañables de mi niñez, cuando iba con mi
... (ver texto completo)