De niña y hasta los 16 años pasé todos los veranos en este bendito y precioso pueblo de la sierra de Huelva, patria chica de mi madre, adonde ella soñaba con vivir cuando mi padre se jubilara. Pero ese sueño no pudo hacerse realidad; a ambos les sorprendió la muerte antes de que pudieran hacerlo. Yo aún recuerdo esos veranos con inmenso cariño, por lo maravilloso que es el pueblo, por la grandeza de sus gentes, muchas de ellas familias mías y sobre todo porque en esos días aún nos acompañaba mi madre, ... (ver texto completo)