Rosarito, me alegra mucho que hayas escrito.
Las anécdotas que sucedieron cuando éramos pequeños se recuerdan muy bien pues en esos momentos la memoria estaba vacía y se iban almacenando de forma estructurada pero, como decía un gran jefe que tuve, "la memoria es finita, y cuando se llena, es lo mismo que un vaso de agua lleno que al ir añadiendo agua se va derramando en la misma medida". ¡Qué tiempos aquéllos ¡.
Me gustaría saber de todos aquéllos que eran de nuestra edad ya que he ido muy
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Encantada de hacerte partícipe de esos recuerdos, aunque pasados, nunca olvidados.
Suelo ir al
pueblo una vez al año, y cada vez que voy siento que he llegado a
casa.
De nuestra generación viven pocos en el pueblo, sí familiares de ellos. Maria José, la de Pepico, tiene casa, la que antes era de Matilde, aunque su residencia es
Pinos. Nuestra casa es la que era de mi tío Antonio y antes de mis abuelos. Enfrente viven Paco Canito y su mujer Dolores, compañeros de tertulias veraniegas en nuestras
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