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PEDRO MARTINEZ: LOS ARAGON ¿quien no conoce a estos Payasos?...

LOS ARAGON ¿quien no conoce a estos Payasos?

La saga de payasos más importante de España nació en la Pescadería, junto a la Catedral de Granada.

Coincide lo que cuenta Emilio Aragón, antiguo 'Milikito', hoy señor de la producción audiovisual a gran escala, con aquello que ya nos relataba mi abuela Juana, alrededor de la mesa de camilla, que en su juventud ocurrió en el barrio de la pescadería de la capital de la Alhambra, de donde salieron unos payasos de circo, tan buenos en su oficio, que no solo recorrieron el mundo con su arte, sino que dieron una descendencia ilustre, que ya nosotros conoceríamos como los payasos de la tele. Pero el asunto venía de muy lejos. Contaba mi abuela, que allá por el siglo XIX fue famosa y divulgada de boca en boca, por los alrededores de la Catedral y la Tercena, la Romanilla y el callejón de los Franceses, la historia de aquel seminarista que asistía como espectador a una sesión del afamado circo, Foureaux, un oficial de la caballería napoleónica, que había heredado el negocio de su padre. En aquellos días en Granada, unos de los principales atractivos de la función, consistía en ver las maravillosas habilidades que Virginia, la hija del empresario, era capaz de hacer, bailando sobre unos tablones que a lomos de unos caballos, constituían un número de la mayor atracción circense.
Viendo aquella maravilla de espectáculo estaba un joven seminarista con vocación sacerdotal, Gabriel Aragón, que aquella noche quedó enamorado hasta las trancas de la bella Virginia, y sin pensárselo dos veces, abandonó los hábitos y los estudios eclesiales para enrolarse en el circo como mozo de pista. Pero la cosa no fue fácil. Declarado su amor a la danzarina, esta le puso como reto que jamás se casaría con un simple mozo de pista, sino con un gran payaso, aprendizaje al que el granadino se entregó en cuerpo y alma, hasta convertirse en 'El Gran Pepino', que llegó incluso a darle clases al mismísimo Charlot. Solo entonces pudo casarse con su enamorada, con la que tuvo quince hijos, fundando con ellos la saga de payasos que ha llegado hasta nuestros días. Uno de aquellos quince niños fue el bisabuelo del actual Emilio Aragón, y como es lógico, abuelo de su padre, el desaparecido, Miliki. Así que una vez más, el embrujo de Granada surtió efecto, y la historia así lo reconoce.

Siem­pre Gra­na­da

Los hijos de Gabriel Aragón Gómez, El Gran Pepino y, Virginia Foureaux, desde niños estuvieron imbuidos en el ambiente circense. El grupo, como dúo integrado por Pompoff y Teddy, se formó en 1909, con un circo ambulante, bajo el nombre de Circo de La Alegría, y las calles del casco histórico granadino sabe de sus andanzas, hasta lograr convertirse en payasos de renombre internacional. Tras una gira internacional, en 1913, los hermanos adquirieron pronto gran popularidad y su espectáculo fue reconocido en toda España. Adoptaron los clásicos roles de clown (Pompoff) y augusto (Thedy), más un original negro cubano (Emig), que los acompañó en la primera mitad de la década de 1920. Su época de mayor esplendor abarca de 1920, a 1940. Trabajaron en escenarios como el Circo Price y el Teatro Maravillas, en Madrid. Tras la salida de Emig, Pompoff y Thedy incorporaron al grupo a sus respectivos hijos, Nabuconodosorcito (José Aragón Hipkins, 1912-1993) y Zampabollos (Emilio Aragón), en 1930. En 1952 se instalaron en América, donde continuaron su carrera artística, siendo conocidos como Spain's Royal Family Comedy. Regresaron a España en 1967 para despedir su carrera en el Teatro Price de Madrid.

Los pa­ya­sos de la te­le

Los hijos de Emig, Gabriel, Alfonso y Emilio, conocidos popularmente como, Los Payasos de la tele, continuaron la tradición familiar, y su hija Rocío, bailaora de flamenco, actuó en algunos eventos junto a sus hermanos. Entre los tres hermanos varones dominaban once instrumentos musicales. Al principio se les consideraba «excéntricos musicales». Fofó era el encargado de la trompeta. Llevaba la voz cantante. Los tres hermanos percibieron que los niños españoles no cantaban en ningún otro espectáculo bajo la carpa. Y probaron a que se aprendieran unos cuantos estribillos. Los peques repetían las divertidas melodías de estos payasos, como 'La gallina Turuleca', 'Susanita tiene un ratón', 'Feliz, feliz en tu día', 'Los días de la semana', ' ¡Hola, don Pepito!'... Y respondían al unísono, en medio de un regocijante griterío, a la pregunta que les hacía Fofó nada más aparecer en la pista: « ¿Cómo están ustedes?», con un «biennnnn» que se eternizaba. Y yo los echo mucho de menos