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PEDRO MARTINEZ: AQUÍ TENÉIS EL RESTO DE LA HISTORIA DE LA...

AQUÍ TENÉIS EL RESTO DE LA HISTORIA DE LA
"TOMA DE OSTIA"
No quiero haceros esperar más.

GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA, ÉL GRAN CAPITÁN.

3ra. y última parte.

Vale, no os hago sufrir más, aquí teneis el resto de la historia.

El bombardeo fue constante ¡crahs! ¡Bum!, al quinto día se abrió una brecha en la edificación, Gonzalo dividió a sus hombres y mandó a la carga a unos 700 soldados.
Los defensores, no lo pensaron, corrieron en masa a tapar la grieta.
Principiantes.. justo en ese momento Gonzalo ordenó a los 300 restantes asaltar las murallas.
Apenas encontraron resistencia, los franseces estaban demasiado ocupados conteniendo a los españoles en el muro.
Abrieron las puertas de la ciudadela y la caballería castellana entró como alma que la lleva el diablo, no había escapatoria, los galos estaban ocupados intentando resistir, arremetian con fuerza, no podian moverse, las lanzas les hacían retroceder una y otra vez, de vez en cuando aparecía algún malnacido español arrastrándose por el suelo, daga en boca cortando talones o apuñalado piernas, no tenían donde pertrecharse contra los alcabuzazos que les venían desde dentro de su propia fortaleza.
Gonzalo Fernández de Córdova, espoleó su caballo y se presentó ante sus tropas < ¡alto!> Gonzalo sujetó las riendas de su caballo y levantó la mano derecha con gran marcialidad, todos pararon, los franceses se arrodillaron y agacharon la cabeza;

"Gonzalo:
levantaos y no os postreis,
volved por donde habéis venido y decid a vuestro señor, que Gonzalo Fernández de Córdova, Capitán General de los ejércitos de Castilla, a liberado este puerto y os concede el indulto por la gracia de su majestad Fernando de Aragon.
Pero vos, Mernaldo Guerri, quedáis detenido por atentar contra el Papa y traicionar a la cristiandad "

Tras la batalla, Gonzalo, el Gran Capitán, marchó hacia Roma.
En la ciudad eterna el clamor popular estallaba en elogios a Gonzalo y sus hombres, flores y guilnardas caían de entre los balcones.

< lunga vita angli spagnoli e lunga vita al Grande Capitanol >

Detrás venía Melnardo Guerri encadenado, abucheado por la gente entre graznidos de coles y manzanas podridas.
Las puertas de la Basílica de San Pedro se Abrieron de par en par para dar la bienvenida al Gran Capitán.
Obesos cardenales y lo más granado de la nobleza italiana, hacían un pasillo para recibirlo.
Córdova, con muy buena planta sin gustarse demasiado y haciendo gala de la sobriedad de Castilla, puso se rodillas a su prisionero ante el Papa y le hizo entrega de la llave de la Ostia.
Alejandro VII sonrio complacido, besó la frente del Gran Capitán y acto seguido le concedió la Rosa de Oro. El español aceptó de buen grado, con toda humildad del mundo pidió permiso a su Santidad para retirarse y descansar junto a sus hombres, cuando iba a marcharse, el Papa le increpó;

Alejandro VII:
"sin duda parecéis demostrar los arrestos que me faltan "al aragonés"

Gonzalo:
"Le de recuerdo a su Santidad la carta que me envió pidiéndome auxilio;

" si las armas españolas me recobraban Ostia en dos meses "debería de nuevo al Rey de España el pontíficado". Más le valiera no poner a la iglesia en peligro con sus escándalos, profanando las cosas sagradas, teniendo con tanta publicidad, cerca de si y con tanto favor a sus hijos, y que le requería que reformase su persona, su casa y su corte, para bien de la cristiandad.

El Papa enmudeció, se mordió el dedo índice con rabia y desconcertado buscó alguna respuesta, no tuvo tiempo.
Gonzalo Fernández de Córdova, el Gran Capitán, salió de allí con paso firme.


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