PEDRO MARTINEZ: ¿Fomentó el franquismo la emigración?...

¿Fomentó el franquismo la emigración?

Sí, fomentó la salida de trabajadores al extranjero para mejorar su relaciones exteriores y tener una fuente de ingresos exterior. Para ello construyó todo un discurso destinado a presentar la emigración masculina como una expectativa de desarrollo personal llena de elementos positivos.

¿Solo la emigración masculina?

Sí, había un doble discurso, ya que mientras que se fomentaba la emigración de los hombres, que se anunciaba siempre como un derecho, se trataba de evitar la de las mujeres, que se presentaba como una experiencia rodeada de peligros y en la que se ponía en riesgo la moral, especialmente la moral sexual.

¿Emigraban los españoles con contrato de trabajo como se suele decir?

No, esa afirmación solo es un mito persistente. Lo cierto es que la emigración que el franquismo llamaba "no asistida" supuso más del 50%. Durante el ciclo migratorio que se produjo entre 1956 -año en el que se creó el Instituto Español de Emigración (IEE) y en el que se firma un primer acuerdo bilateral con un país europeo (Bélgica)- y 1973, cuando se cierra el ciclo a consecuencia de la crisis energética, emigraron unos 2 millones de personas. De todos estos trabajadores, al menos la mitad salieron del país de forma irregular.

Ana Fernández
Ana Fernández OLMO CALVO

Si existía una emigración asistida ¿por qué tantos españoles recurrían a la clandestinidad?

Hubo una importante labor propagandística para difundir la idea de que la emigración estaba protegida por el franquismo, pero muchos españoles preferían la emigración irregular porque la protección que les ofrecía el régimen era de muy baja calidad. Además, realizar el proceso migratorio por los cauces legales conllevaba un tramitación burocrática que exigía periodos muy largos de espera y también podías enfrentarte a desventajas importantes. Por ejemplo, en el caso del acuerdo alcanzado con Bélgica, los trabajadores españoles debían pasar al menos un año trabajando como mineros en el sector del carbón, en unas condiciones muy duras.

¿Se tomaron medidas para reducir esta emigración ilegal?

Sí, incluso en 1955 se creó un juzgado específico para perseguir los delitos de emigración. Pero hay muchas pruebas documentales que demuestran la persistencia de la emigración irregular. Hay declaraciones del director del Instituto Español de Emigración evidenciando el peso y la importancia de esta emigración clandestina, pero también circulares de la fiscalía del Tribunal Supremo e incluso declaraciones de los ministros de Trabajo o de Justicia que demuestran que el problema no se conseguía abordar.

¿Cómo conseguían los emigrantes españoles llegar a su destino?

A menudo viajaban con un visado de turista, lo que les permitía estar tres meses en el país, pero en cuanto llegaban, lo primero que hacían era ponerse a buscar empleo o recurrir a conocidos o familiares que ya estaban establecidos y que les facilitaban la búsqueda de empleo y un alojamiento temporal. Algunos también recurrían a redes de tráfico de inmigrantes. Por ejemplo, en 1970 se descubrió la existencia de una red entre Galicia e Inglaterra. Los que querían emigrar debían pagar grandes cantidades de dinero para conseguir viajar con un contrato.

¿Qué condiciones se encontraban al llegar al país de destino?

Las dificultades a las que se enfrentaban eran, esencialmente, abusos derivados de su condición de irregulares, como la explotación laboral. Especialmente vulnerable fue la situación de las mujeres, ya que el gobierno no solo desincentivó la emigración femenina, sino que también desprotegió a las que se marchaban. Por lo general, los acuerdos bilaterales de regulación laboral estaban orientados hacia el trabajo masculino.

¿Hubo reacciones xenófobas ante la llegada de los inmigrantes españoles?

Sí, aunque no fue el discurso predominante, pero tampoco fue algo anecdótico. Los españoles fueron objeto de una percepción muy negativa en varios países. En Suiza, por ejemplo, eran considerados un peligro para las mujeres e incluso se les clasificaba como potenciales violadores. En Holanda hay constancia de manifestaciones en algunos pueblos en contra de la llegada de trabajadores españoles y en varios países era relativamente frecuente que les pusieran impedimentos para alquilar una vivienda.