Hay personas que crecimos creyendo que el amor había que ganarlo, que la atención se merecía y que solo seríamos queridos si éramos útiles, fuertes, discretos y siempre disponibles. Nos enseñaron a no molestar, a no pedir ayuda, a no hacer ruido, a no ocupar espacio, y terminamos convirtiéndonos en adultos que dan demasiado y reciben muy poco, que dicen “estoy bien” aunque estén rotos, que sienten culpa por descansar y miedo a que los demás se alejen si alguna vez dejan de ser suficientes. Pero la... Si se quiere de verdad, hay que decirlo.
Ya sea un amigo, un familiar.... Porque algún día, quizás, la vida te robe el tiempo para hacerlo. Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original. La felicidad es una dirección, no un lugar. Pierde una hora por la mañana y la estarás buscando todo el día.