EL GATO DEL ANDÉN 3
En la
estación de ferrocarril de Villa Esperanza, siempre había un gato gris de ojos ámbar que se sentaba exactamente en el mismo banco, justo frente al andén 3. No era agresivo ni huidizo, pero tampoco mendigaba caricias. Solo estaba allí, observando cómo la gente iba y venía.
Marina Soler, una maestra jubilada de 72 años, lo veía cada tarde al regresar a
casa. Un día, la curiosidad pudo más.
—Hola, pequeñín. ¿Vives por aquí? —le dijo mientras dejaba caer un trozo de jamón
... (ver texto completo)