Un poco largo pero bonito
— Disculpe… ¿a dónde me lleva? — preguntó la mujer en voz baja, mirando con desconcierto por la ventana del coche.
— Señora Marcela, hemos llegado. Este es el hogar de ancianos “Santa Ana”. A partir de hoy, usted vivirá aquí.
— ¿Cómo que… viviré aquí? — su voz tembló. — ¿Y mi hija? ¿No viene?
— Dijo que la llamará, — respondió el conductor mientras dejaba una pequeña maleta en la acera: un suéter, un cepillo, una vieja fotografía.
— Le deseo mucha salud, señora Marcela. ... (ver texto completo)
— Disculpe… ¿a dónde me lleva? — preguntó la mujer en voz baja, mirando con desconcierto por la ventana del coche.
— Señora Marcela, hemos llegado. Este es el hogar de ancianos “Santa Ana”. A partir de hoy, usted vivirá aquí.
— ¿Cómo que… viviré aquí? — su voz tembló. — ¿Y mi hija? ¿No viene?
— Dijo que la llamará, — respondió el conductor mientras dejaba una pequeña maleta en la acera: un suéter, un cepillo, una vieja fotografía.
— Le deseo mucha salud, señora Marcela. ... (ver texto completo)