El gato que no se comió a los polluelos
En el corazón del
pueblo de Ndimo, donde los
árboles recordaban tu nombre y los secretos viajaban con el viento, vivía un gato llamado Obi. Silencioso, observador y sabio sin alardes, Obi caminaba por los
tejados como un suspiro.
Un
amanecer, encontró un
nido lleno de polluelos rosados y temblorosos en el
árbol junto a la choza de Mama Adaeze. Podría haber saltado. Podría haberlos devorado sin dejar rastro. Pero no lo hizo. Se quedó quieto. Observó. Y se
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