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Buenas noches Antonia y buen descanso. un abrazo.
La historia de Ibrahim, el soñador de Dakar

El sol caía sobre Dakar, pintando el horizonte de tonos dorados y rojizos. Ibrahim, un joven de apenas diecisiete años, caminaba descalzo por la arena caliente después de haber pasado toda la mañana ayudando a su madre en el pequeño puesto de pescado frente al mar.
Su sueño era estudiar ingeniería, construir puentes y carreteras que unieran pueblos enteros. Pero en su barrio, la mayoría de los chicos de su edad abandonaban la escuela para trabajar en ... (ver texto completo)
Nunca te rindas, a veces, la última llave es la que abre la puerta.
Una persona positiva convierte sus problemas en retos, nunca en obstáculos.
Pierde el miedo, para no perder oportunidades.
Trabaja mientras otros duermen. Estudia mientras otros se divierten. Persiste mientras otros descansan y luego vivirás lo que otros solo sueñan.
Buenas noches Antonia. que sueñes bonito. un abrazo.
Buenas noches Sensi, tu tambien, hasta mañana un abrazo.
Buenas noches Antonia. que sueñes bonito. un abrazo.
Cada tarde, a la misma hora, don Elías se sentaba en la banca del parque con un cuaderno en las rodillas. Tenía 84 años, las manos temblorosas y la mirada de quien ha vivido más de lo que ha contado.
Un día, Sofía, una joven de unos 30 años que pasaba por ahí a menudo, se armó de valor y se sentó a su lado.
— ¿Qué escribe todos los días? —preguntó con una sonrisa tímida.
Elías cerró el cuaderno con suavidad y la miró.
—Escribo lo que nunca dije. Lo que me guardé por orgullo, por miedo, o porque ... (ver texto completo)
Quien acepta el mal sin protestar, coopera con él.
Un pueblo indiferente es el aliado más fiel del tirano.
Simplemente vivir no es suficiente -dijo la mariposa-; uno debe tener sol, libertad y una pequeña flor.
Mis personas favoritas en la vida siempre serán aquellas que me hicieron volar cuando no sabía que tenía alas.
Buenas noches Antonia. que descanses. un abrazo.
EL TEJIDO DE DOÑA ALEJANDRA

En lo alto de las montañas de Cusco, donde el aire es delgado y el cielo parece más cercano, vivía doña Alejandra, una mujer que había pasado toda su vida entre telares y colores. Sus manos, arrugadas y fuertes, guardaban la memoria de generaciones que habían tejido antes que ella.
Cuando era niña, su abuela le enseñó que cada hilo llevaba consigo un rezo. “El rojo es la sangre de la Pachamama, el verde la esperanza de las cosechas, el azul los sueños que vuelan al ... (ver texto completo)