Afueras de Estambul, 2023.
En la azotea de un viejo
hospital, los trabajadores notaban algo extraño: un halcón peregrino, inmóvil sobre la barandilla de ventilación. No cazaba. No gritaba. Solo miraba hacia una de las
ventanas del cuarto piso, sin moverse.
Día tras día, bajo la
lluvia, el calor o el viento, el ave permanecía allí, como una
estatua viva.
Los empleados comenzaron a observarla. Le dejaron carne,
agua. A veces desaparecía unos minutos, pero siempre regresaba al mismo punto.
— ¿Por
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