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ALICUN DE ORTEGA: Buenas tardes de domingo para todos....

Buenas tardes de domingo para todos.
¿Quién no recuerda ese momento de la infancia en el que algo hizo clic y todo cambió?
Como un paso a una etapa preadolescente, pero sin conciencia de ello.
Un momento en el que el tiempo se para y que parece eterno. Como esos veranos de las vacaciones escolares que parecían no tener fin.
De todos es sabido que de cero a diez años el tiempo no pasa y deseas con toda tu alma ser mayor.
De once a veinte, el tiempo ya no es tan lento, pero se recuerda todo y el paso de los años es completamente registrado en nuestra memoria.
De veintiuno a treinta, la cosa empieza a acelerarse. Es una etapa crucial. La que marca si algún día serás adulto o te quedarás ahí para siempre. No tiene nada de malo ser un eterno adolescente, bueno sí, porque el mundo golpea fuerte. Aquí la naturaleza de cada uno está ya marcada pero aún queda un atisbo de atreverse a dar el siguiente paso. Los recuerdos empiezan a vivirse menos que en la anterior etapa y hay cosas que sencillamente se olvidan.
Tras los treinta, el tiempo empieza a volar y olvidamos todo aquello que realmente no es importante. Y todo eso va a más.
Cuando hablas con la gente más mayor, todos coinciden que, llegado un momento, los años caen sin darse uno cuenta.
Pero, con todo y con ello, ese recuerdo infantil que te marca se mantiene. ¿Lo recuerdas?
Esa atmósfera espesa en la que sin saberlo sientes que ya eres otro. En otra oportunidad, contaré mi momento, que sigue vívido, como si fuera ayer.
Imágenes de hechos que no son en absoluto transcendentales para absolutamente nadie ni cambia absolutamente nada el mundo, pero de vital importancia para el que lo vive y sin un por qué concreto, inexplicable.
Ser mentalmente fuerte no es ignorar los problemas. Es seguir adelante a pesar de ellos.
Con mis mejores deseos para todos ustedes.