En estos fríos días de finales de
otoño, con la
Navidad en
puertas, unas veces por pereza, otras por causas diversas, en mis ya
nevadas sienes, se enfrían y se adormecen las intenciones de hacer algo. En un
rincón de mi memoria, abandono las nuevas ideas, y las dejo dormir en silencio, sin importarme nada el paso de los días, como si éstos aún me sobraran, como si tuviera por delante mucho tiempo. En realidad no quiero darme cuenta de que la tarde de la vida, lentamente está empezando a declinar.
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