Ya no queda ni un olmo de todos los que había en el término de El Valle.
La concentración parcelaria primero y la enfermedad después, han acabado con ellos.
Esta foto con una capa de nieve estaría fantástica.
Navideña total.
Cada vez que veo esta imagen casi me emociono.
A mi también me gusta este imponente peral de canuel.
Especie rara y en vías de extinción. Hace falta protegerle y mantener la especie con nuevos brotes.
Las ramas de las encinas aún nos dejan ver parte del núcleo urbano desde el campo de tiro.
Las porterías rotas y oxidadas es todo lo que queda de lo que en su día pudo ser el campo del futbol del pueblo junto al campo de tiro (hoy también abandonado)
Una plaga interminable.
Donde los productos químicos no llegan, puede que sí lo hagan diferentes tipos de aves.
Y... ¿si las dejamos actuar?
Por mi cabeza pasan los nombres de la familia de Encarna, su marido y varios de sus hijos.
También vivieron en Hermosilla, en el barrio del Valle.
¡Qué tiempos aquellos!
Este pueblo me trae gratos recuerdos ya que de pequeño siempre subíamos un día en verano para visitar a la familia: tía Matilde, Teodora, Satur... ¡Qué tiempos aquellos! Hoy ya no nos queda a nadie de la familia.
De nuestros mayores ¿quién no lo utilizó en su día?
Cuando las eras eran eras, esta florecilla cubría como un manto a todas ellas.
¡Ya nos falta menos pera un buen guisado!
El girasol hace ya tiempo que sustituyó al cereal en los campos burebanos.
¡Qué lástima de que haya tan pocas!
Lo invaden todo y nadie las siembra. ¡Qué plaga!
Tranquilidad y soledad se funden en una misma idea.