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Mensajes enviados por Extramuros:

LA SEMILLA

Oculta en el corazón

de una pequeña semilla,

bajo la tierra, una planta

en paz dormía.

¡Despierta! dijo el sol.

¡Despierta!, la lluvia fría.

La planta que oyó la llamada

quiso ver lo que ocurría,

se puso un vestido verde

y estiró el cuerpo hacia arriba.

De toda planta que nace

ésta es la historia sencilla.
de Intrenet ... (ver texto completo)
LA ESCUELA DE LAS FLORES

En medio del prado

hay una escuela

a donde van las flores

y las abejas.
... (ver texto completo)
EL ARBOLITO

Arbolito verde

que en el campo estás

como un don del cielo

que sombra nos das.
... (ver texto completo)
SE MATÓ UN TOMATE

¡Ay! ¡Qué disparate!

¡Se mató un tomate!

¿Quieren que les cuente?

Se arrojó de la fuente
... (ver texto completo)
MI MACETA

Esta es mi maceta

y en ella una siembra

voy a realizar.

Necesito tierra,
... (ver texto completo)
EL PEQUEÑO PAJARITO

Esta mañana encontré

un pajarito en el suelo.

Le cogí, le acaricié,

le ayudé a emprender el vuelo.

¡Era aún tan pequeñito!

seguro que se cayó

de su nido el pobrecito.

¡Vuela, vuela lejos, pajarito!

(C. C. R.) ... (ver texto completo)
El ciprés del claustro

Silencioso ciprés que en la limpia tersura
del estanque retratas tu severa figura,
que levantas la cresta,
por la luna argentada,
al magnífico enigma de la noche azulada
besando las arcadas de oro con tu sombra
y barriendo luceros en la celeste alfombra;
algo grande hay en ti que me invita a pensar, ... (ver texto completo)
Otoño

En el cielo mil hojas volando,
y un fuerte viento,
llega la lluvia y los árboles
lloran y lloran en silencio.

La lluvia todo lo moja,
las hojas cubren el suelo
y los niños en la escuela ... (ver texto completo)
Ya se fue el verano

Ya se fue el verano
Y el invierno llega.

Como lluvia de oro
Caen las hojas secas.

Ya cubren la tierra
Cual dorada alfombra, ... (ver texto completo)
EN ESAS TARDES DE OTOÑO

En esas tardes de otoño
cuando se mueren las hojas
presiente el alma entre sueños
que son mas tristes las horas

Pero mecidas al viento
como las nubes que flotan
están de nuevo surgiendo ... (ver texto completo)
EL OTOÑO.

Es el otoño,
los pájaros se van,
el día es más corto,
el frío empieza ya.
Es el otoño
las hojas caen ya
y una alfombra amarilla
el suelo cubrirá ... (ver texto completo)
Noviembre desde la Mesa Camilla

En pleno día otoñal,
me dispongo a disfrutar,
de una manera sencilla,
la tarde de temporal
junto a la mesa camilla.
Veo encapotarse el cielo,
mientras en silencio espero,
disfrutando del paisaje, ... (ver texto completo)
Que orgullo para el que trabaja
Sudar por las tardes de verano
Con el pan bien ganado
Con el corazón palpitante
Deseoso de ver la cara de sus hijos al llegar
Con caramelos escondidos en lugares estratégicos

Que orgullo sudar
Sudar por el esfuerzo del pan
El orgullo del bien ganado vil metal ... (ver texto completo)
ANUNCIANDO EL RELEVO

El aire que bebo
impulsa las velas
e hinchan al pecho
los vientos que bogan
con su extraña lengua
transidos de nubes
cruzando el espacio.
Estruendo de árboles, ... (ver texto completo)
SIN RETORNO

Desde este universo quebrado
que a la pesadez de mi párpado
otorgó el transcurrir del tiempo,
preveo el final de mi existencia.

Observo en respetuoso silencio
todo lo que fue mi vida pasada
ese deambular, sombras pardas, ... (ver texto completo)
El manguito, el abanico y el quitasol

Si querer entender de todo
es ridícula presunción,
servir sólo para una cosa
suele ser falta no menor.

Sobre una mesa, cierto día,
dando estaba conversación
a un abanico y a un manguito
un paraguas o quitasol.

Y, en la lengua que en otro tiempo
con la olla el caldero habló,
a sus dos compañeros dijo:
« ¡Oh, qué buenas alhajas sois!

Tú, manguito, en invierno sirves;
en verano vas a un rincón.
Tú, abanico, eres mueble inútil
cuando el frío sigue al calor.

No sabéis salir de un oficio.
Aprended de mí, pese a vos,
que en el invierno soy paraguas
y en el verano quitasol». ... (ver texto completo)
Las nubes

¿Qué quieren esas nubes que con furor se agrupan
del aire trasparente por la región azul?
¿Qué quieren cuando el paso de su vacío ocupan
del cenit suspendiendo su tenebroso tul?

¿Qué instinto las arrastra? ¿Qué esencia las mantiene?
¿Con qué secreto impulso por el espacio van?
¿Qué ser velado en ellas atravesando viene
sus cóncavas llanuras que sin lumbrera están?

¡Cuál rápidas se agolpan! ¡Cuál ruedan y se ensanchan
y al firmamento trepan en lóbrego montón
y el puro azul alegre del firmamento manchan
sus misteriosos grupos en torva confusión!

Resbalan lentamente por cima de los montes,
avanzan en silencio sobre el rugiente mar,
los huecos oscurecen de entrambos horizontes,
el orbe en tinieblas bajo ellas va a quedar.

La luna huyó al mirarlas; huyeron las estrellas;
su claridad escasa la inmensidad sorbió;
ya reinan solamente por los espacios ellas;
doquier se ven tinieblas, mas firmamento no.

En vano nuestros ojos se afanan por hallarle
del tenebroso velo que le embozó detrás;
que cuanto más los ojos se empeñan en buscarle,
se esconde el firmamento de nuestros ojos más.

¡Las nubes solamente! - ¡Las nubes se acrecientan
sobre el dormido mundo! - Las nubes por doquier!
A cada instante que huye la lobreguez aumentan
y se las ve en montones sin límites crecer.

Ya montes gigantescos semejan sus contornos
al brillo de un relámpago que aumenta la ilusión
ya de volcanes cientos los inflamados hornos:
ya de movibles monstruos alígero escuadrón.

Ya imitan apiñadas de los espesos pinos
las desiguales copas y el campo desigual:
ya informes pelotones de objetos peregrinos
que mudan de colores, de forma y de local.

¿Qué brazo las impele? ¿Qué espíritu las guía?
¿Quién habla dentro de ellas con tan gigante voz
cuando retumba el trueno y cuando va bravía
rugiendo por su vientre la tempestad veloz?

Acaso en medio de ellas a visitar los mundos
el Hacedor Supremo del Universo va,
y envuelto en sus vapores sus senos profundos
estudia y sus cimientos, por si caducan ya.

Acaso de su carro tras la viviente rueda
con impotente saña caminará Luzbel,
y por aquí al cegarle su resplandor no pueda
agolpará esas nubes entre su gloria y él.

Y acaso alguna de ellas será la formidable
que circundó la cumbre del alto Sinaí;
en tanto que el ardiente misterio impenetrable
que iluminó el profeta se fermentaba allí.

Acaso será alguna la que vertió en Sodoma
en inflamadas fuentes la cólera de Dios:
acaso sea alguna la que en los mares toma
las aguas de un diluvio que la acompaña en pos.

¡Señor, yo te conozco! La noche azul, serena,
me dice desde lejos: "Tu Dios se esconde allí".
Pero la noche oscura, la de nublados llena
me dice más pujante: "Tu Dios se acerca a ti".

Te acercas, sí; conozco las orlas de tu manto
en esa ardiente nube con que ceñido estás;
el resplandor conozco de tu semblante santo
cuando al cruzar el éter relampagueando vas.

Conozco, sí, tu sombra que pasa sin colores
detrás de esos nublados que vagan en tropel;
conozco en esos grupo de lóbregos vapores
los pálidos fantasmas, los sueños de Daniel.

Conozco de tus pasos las invisibles huellas
del repentino trueno en el crujiente son,
las chispas de tu carro conozco en las centellas,
la aliento en el rugido del rápido Aquilón.

¿Quién ante Ti parece? ¿Quién es en tu presencia
más que una artista seca que el aire va a romper?
Tus ojos son el día; tu soplo es la existencia:
tu alfombra el firmamento: la eternidad de tu ser.

¡Señor!, yo te conozco, mi corazón te adora:
mi espíritu de hinojos ante tus pies está;
pero mi lengua calla, porque mi lengua ignora
los cánticos que llegan al grande Jehová.

Palomas de los valles, prestadme vuestro arrullo;
prestadme, claras fuentes, vuestro gentil rumor;
prestadme, amenos bosques, vuestro feliz murmullo;
y cantaré a par vuestro la gloria del Señor.

Si su hálito llegara al arpa del poeta,
si a mí, Señor, bajara tu espíritu inmortal,
mi corazón henchido del fuego del profeta
cantara, y no tuvieran sus cánticos igual.

Mi voz fuera más dulce que el ruido de las hojas
mecidas por las auras del oloroso abril,
más grata que del Fénix las últimas congojas,
y más que los gorjeos del ruiseñor gentil.

Más grave y majestuosa que el eco del torrente
que cruza del desierto la inmensa soledad,
más grande y más solemne que sobre el mar hirviente
el ruido con que ronca la ronca tempestad.

Mas, ¡ay!, que sólo puedo postrarme con mi lira
delante de esas nubes con que ceñido estás
porque mi acento débil en mi garganta espira
cuando al cruzar el éter relampagueando vas.

Tu espíritu infinito resbala ante mis ojos
y aunque mi vista impura tu aparición no ve,
mi alma se estremece, y ante tu faz de hinojos
tea dora en esas nubes mi solitaria fe.
J. Z ... (ver texto completo)
El volatín y su maestro

Mientras de un volatín bastante diestro
un principiante mozalbillo toma
lecciones de bailar en la maroma,
le dice: «Vea usted, señor maestro,
cuánto me estorba y cansa este gran palo
que llamamos chorizo o contrapeso.
Cargar con un garrote largo y grueso
es lo que en nuestro oficio hallo yo malo. ... (ver texto completo)
La contienda de los mosquitos

La contienda de los mosquitos

Diabólica refriega
dentro de una bodega
se trabó entre infinitos
bebedores mosquitos.
(Pero extraño una cosa;
que el buen Villaviciosa ... (ver texto completo)
Quizás estando sola, de noche, en tu aposento
oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven...

Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco, te renazca un afán
y aprenderás entonces que hay cosas como el río
que se estan yendo siempre, pero que no se van...
... (ver texto completo)
LA URRACA Y LA MONA

A una mona muy taimada,
dijo un día cierta urraca:
"Si vinieras a mi casa,
¡cuántas cosas te enseñara!
Tú bien sabes con que maña
robo y guardo mil alhajas.
Ven si quieres y veráslas
escondidas tras un arca". ... (ver texto completo)
Canción Real a una Mudanza

Al son de las belísonas trompetas
Y al retumbar del sonroso parche,
Formó escuadrón el capitán gallardo;
Con relinchos, bufidos y corvetas
Pidió el caballo que la gente marche
Trocando en paso presuroso el tardo:
Sonó el clarín bastardo
La esperada serial de arremetida, ... (ver texto completo)
Canción Real a una Mudanza

Ufano, alegre, altivo, enamorado,
Rompiendo el aire el pardo jilguerillo,
Se sentó en los pimpollos de una haya,
Y con su pico de marfil nevado
De su pechuelo blanco y amarillo
La pluma concertó pajiza y baya;
Y celoso se ensaya
A discantar en alto contrapunto
Sus celos y amor junto,
Y al ramillo, y al prado y a las flores
Libre y ufano cuenta sus amores.
Mas ¡ay! que en este estado
El cazador cruel, de astucia armado,
Escondido le acecha,
Y al tierno corazón aguda flecha
Tira con mano esquiva
Y envuelto en sangre en tierra lo derriba.
¡Ay, vida mal lograda,
Retrato de mi suerte desdichada!
De la custodia del amor materno
El corderillo juguetón se aleja,
Enamorado de la yerba y flores,
Y por la libertad del pasto tierno
El cándido licor olvida y deja
Por quien hizo a su madre mil amores:
Sin conocer temores,
De la florida primavera bella
El vario manto huella
Con retozos y brincos licenciosos,
Y pace tallos tiernos y sabrosos.
Mas ¡ay! Que en un otero
Dio en la boca de un lobo carnicero,
Que en partes diferentes
Lo dividió con sus voraces dientes,
Y a convertirse vino
En purpúreo el dorado vellocino.
¡Oh inocencia ofendida,
Breve bien, caro pasto, corta vida!
Rica con sus penachos y copetes,
Ufana y loca, con ligero vuelo
Se remonta la garza a las estrellas,
Y, puliendo sus negros martinetes,
Procura ser allá cerca del cielo
La reina sola de las aves bellas:
Y por ser ella de ellas
La que más altanera se remonta,
Ya se encubre y trasmonta
A los ojos del lince más atentos
Y se contempla reina de los vientos.
Mas ¡ay! que en la alta nube
El águila la vio y al cielo sube,
Donde con pico y garra
El pecho candidísimo desgarra
Del bello airón que quiso
Volar tan alto con tan corto aviso.
¡Ay, pájaro altanero,
Retrato de mi suerte verdadero! ... (ver texto completo)
Santiago
Balada ingenua
II
Una vieja que vive muy pobre
en la parte más alta del pueblo,
que posee una rueca inservible,
una virgen y dos gatos negros,
mientras hace la ruda calceta
con sus secos y temblones dedos,
rodeada de buenas comadres ... (ver texto completo)
Santiago
Balada ingenua

Esta noche ha pasado Santiago
su camino de luz en el cielo.
Lo comentan los niños jugando
con el agua de un cauce sereno.
¿Dónde va el peregrino celeste
por el claro infinito sendero?
Va a la aurora que brilla en el fondo ... (ver texto completo)
Oda al Chorizo.

Oh chorizo
compañero del guiso
Amigo del pan
rataplán.

Oh, Chorizo
que rizas el rizo
del máximo sabor, ... (ver texto completo)
EL PAJARILLO

Yo vi sobre un tomillo

quejarse un pajarillo,

viendo su nido amado,

de quien era caudillo,
... (ver texto completo)
He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
... (ver texto completo)
"Las Piedras"

“Las piedras, ¡ah ¡, las piedras tienen un secreto
dolor que se muestra como en carnes vivas
cuando en su egoísmo doliente y discreto
parece que no hacen de la vida caso
y ante el tiempo se alzan sordamente esquivas,
como si quisieran impedirle el paso.

Resignadamente mudas ante el viento ... (ver texto completo)
La farola, el banco y el arbol

La farola de mi calle
nunca alumbra por las noches
les da sombra y refugio
a los novios en sus coches.
el banco que la acompaña
da descanso a las parejas
y escucha emociones
sus quereres y sus quejas. ... (ver texto completo)
La hiedra

Resurjo perenne desde todos los olvidos,
me nutro del néctar palpitante de labios hechizados,
y es cada brote un suspiro que derrocho,
una osadía cada gemir.

Desde mis abismos suavizo cada nota, cada estrofa,
no hay latidos equidistantes,
exhalo todos los venenos,
y macerado tu antídoto me embriaga.

Te abrazo hasta atraparte entre mis sudores,
te transformo en tritón de una errante nereida,
y sin prejuicios arranco tu último esplendor.

Soy la hiedra,
necesito el licor que me brindas,
quiero la ceremonia de un tango incrédulo,
dame tu sacrificio, tu ofrenda
y tendrás vida eterna entre mis destellos.
T. G ... (ver texto completo)
Dicen que en una cueva naci,
Dice que en una cueva creci,
Dicen que de alli sali,
Pero no recuerdo haber vivido ahí.

Todo me dicen el ermitaño,
Quizas sea un engaño,
De la gente que me busca por ahí
Quizas me crean loco,
Quizas me crean tonto, ... (ver texto completo)
Ven acá granuja
¿Dónde andas so guaja?
Hoy te mondo los huesos a palos,
no llores ni huyas por que no te escapas,
yo no sé lo que hacer ya contigo me tienes muy harta,
a ti ya no te valen palabras, a ti ya no te valen razones,
ni riñas, ni encierros, ni golpes, ni nada.
Te dije al marcharme:
levántate pronto y estira esos huesos
y dobla las mantas y enciende la lumbre ... (ver texto completo)
Mi padre porron se llama,
mi madre se llama cepa,
Yo me llamo tinajita
Para que el vino me quepa
Es por la mañana
y no me quiero levantar.

Arrullado por mi almohada
oculto entre las sábanas,
protegido en la oscuridad

De pronto un ser abominable,
con cien mil gargantas,
comienza desesperado a gritar

¡Maldito bastardo!
Llevas el estigma de Satán,
en tu espalda vi tatuado
“Made in Japan”

¿Por qué turbas mi descanso?
Yo que te di cobijo y pan

A mi no me regalan las pilas
ni en el colmado de la esquina
ni en el “Media Mart”.

Baila tu danza maldita
y no interrumpas mi paz.

Que es por la mañana
y no me quiero levantar.
(En Internet) ... (ver texto completo)
Quiero tirar a un pozo
mi alegría, mi ternura,
mis sueños, mis utopías…
y en tiempo de sequía volver.
Volver, beberlos, y calmar mi sed.
Quiero verter en el mismo pozo
mis complejos, mis miedos, mis desánimos…
Mezclarlos con lo que derramé antes bueno,
y así convertirlos en agua clara y transparente.
Luego, atar de la cuerda un buen cubo, ... (ver texto completo)
UNA TARDE CUALQUIERA

Volveré una tarde de septiembre
con los primeros soles
y las últimas ballenas,
caminaré tus playas
y tus doradas dunas,
me perderé en la bruma
de una tarde cualquiera.
Mi corazón ... (ver texto completo)
¡Qué malo eres Ramón!
(Ramona me dijo a mí);
¡vaya chico! no creí
que eras ya tan picaron.
¡Ay chico! Ya en picardía
bien puedes echar el resto.
Así me dijo, y…en esto
la empezó a llamar su tía.
En cuán delicioso idioma
Deben decirte sus penas,
Señor, la blanca paloma
Y las blancas azucenas
Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora

campos de soledad, mustio collado,

fueron un tiempo Itálica famosa.

Aquí de Cipión la vencedora

colonia fue; por tierra derribado
... (ver texto completo)
Como al salir del sol se muestra el cielo
más claro y más alegre y más gozoso,
y como en el venir de abril hermoso
de flores se matiza y lustra el suelo,

tal, movido por vos de honesto celo,
se muestra ufano el mundo, deseoso
de veros ya llegar al glorioso
término [a] que llegó el único abuelo.
... (ver texto completo)
LUNES

Las seis de la mañana
partiendo a gritos del reloj: de nuevo
la catedral de luz derribará sus muros
sobre mi caminante corazón
que descansaba.
Odio como a un burgués la fuga de las sábanas.

No es por el frío, que no existe. ... (ver texto completo)
MADRE NATURALEZA

Madre, madre, cansado y soñoliento
quiero pronto volver a tu regazo;
besar tu seno, respirar tu aliento
y sentir la indolencia de tu abrazo.

Tú no cambias, ni mudas, ni envejeces;
en ti se encuentra la virtud perdida,
y tentadora y joven apareces ... (ver texto completo)
Quimérico a mi vera concertaba
tu busto albar su delgadez de ondina,
con mística quietud de ave marina
en una acuñación escandinava...

Era mi pena de tu dicha esclava;
y en una loca nervazón divina,
el tropel de una justa bizantina
en nuestro corazón tamborilaba...

Strauss soñó desde el atril del piano
con la sabia epilepsia de tu mano...
¡Mendigo del azul que me avasalla

-en el hosco trasluz de aquel retiro-
de la noche oriental de tu pantalla
bajó en silencio mi primer suspiro!...
J. H y R ... (ver texto completo)
EL ESPEJO DE AGUA

Mi espejo, corriente por las noches,
Se hace arroyo y se aleja de mi cuarto.

Mi espejo, más profundo que el orbe
Donde todos los cisnes se ahogaron.

Es un estanque verde en la muralla
Y en medio duerme tu desnudez anclada. ... (ver texto completo)
Abrojos

Siempre desgraciado fui;
Desde mi pequeña cuna,
A la incansable fortuna
de juguete le serví;
La noche en que yo nací
Tronaba la tempestad,
Y alaridos de ansiedad
La gente aturdida alzaba; ... (ver texto completo)
LA CANCIÓN DE FLOR DE MAYO

Flor de Mayo como un rayo
de la tarde se moría...
Yo te quise, Flor de Mayo,
tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería!

Las olas vienen, las olas van,
cantando vienen, cantando irán.
... (ver texto completo)
Festividad del día del trabajo.
Para todos los del gremio de la construcción les dejo esta canción.

LA CONSTRUCCIÓN

Entre arenas y cemento
y cubas de hormigón
puntales, chapas y hierros,
la radial o el vibrador,
o llana, talocha, yeso,
o el martillo compresor,
que oficio tan tremendo
es el de la construcción.

Aunque el trabajo sea duro
no le falta el buen humor
en invierno y en verano
a la lluvia o al calor.
Siempre con chistes y bromas
o entonando una canción,
y si es tirando piropos
no he visto arte mejor.

Para el albañil, para su peón,
para el ferrallista o el encofrador,
gruista o yesero, pintora o pintor,
para los amigos de la construcción.

Colgados en un andamio
a muchos metros de altura
apuntalando salientes
o andando sobre una viga,
por ello siempre pendiente
también sufre su familia
más que toreros valientes
también se juegan la vida.

Yo les canto esta coplilla
con toda mi admiración
a esos que pasan los días
tragando polvo y sudor
que la escuchen por la radio
o por la televisión
y siempre vaya con ellos
San Antonio, su patrón.

Para el albañil, para su peón,
para el ferrallista o el encofrador,
gruista o yesero, pintora o pintor,
para los amigos de la construcción.
(L. R.) ... (ver texto completo)
La rosa
Esa flor que posabas
En el vértice agudo de tus días
Que eran también los míos -si me lo concedes-
y era un peligro audaz, un tanto dulce,
Dejarla allí, invocarla
A través de la canción de los solitarios
O de las grandes derrotas; esa flor

Por ti acostada ... (ver texto completo)
Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos ambos
hondo silencio.

¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.

Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!
G. A. B. ... (ver texto completo)