Juguete
Qué
feliz eres, niño, sentado en el polvo,
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
« ¡Qué necesidad perder la tarde con un
juego como ese!»
Niño, los bastones y las tortas de barro
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