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Mensajes de MEMBRIO (Cáceres) enviados por José Luis Bernal:

Es un día de luto, la gente permanece en sus casas en familia y se suele rezar el rosario para acompañar a María en su duelo. En este día se conmemora la vigilia pascual, Jesús yace en su sepulcro y muchos creen que todo ha terminado pero para los creyentes que creen en sus palabras es un momento de espera, de vigilia. A partir de las 6 p. m. se vela a la espera de que se cumpla lo prometido por Jesús, la resurrección, en símbolo de fe y esperanza.
El sábado santo: la vigilia pascual
Por la noche se lleva a cabo la procesión del silencio, la gente realiza una procesión silenciosa con velas para reflexionar sobre todo lo sucedido. Este día los creyentes realizan un ayuno que consiste en no comer carne roja, como acto de abstinencia, sacrificio y arrepentimiento.
Este día también se acostumbra realizar la quema de Judas, en algunos lugares se queman muñecos que simbolizan a Judas, en señal de repudio por haber traicionado a Jesús, para los campesinos esto simboliza un nuevo año de cosechas. Si bien Judas no muere quemado según la historia, sino que se suicidó ahorcándose cuando se dio cuenta de lo que había hecho y se sintió arrepentido.
El viernes santo, se acostumbra realizar un vía crucis viviente en muchos lugares, donde se hace una procesión y personas cargan con la cruz recordando los sufrimientos de Jesús, haciendo paradas o estaciones en cada uno de los momentos donde aconteció algún evento durante su camino a la crucifixión.
Es el día en el que Jesús es sometido a un largo juicio, luego de ser apresado, donde se le coloca la corona de espinas y se le tortura obligándolo a cargar son su pesada cruz, hasta el lugar donde finalmente es crucificado y muere. Es el único día del año en que no se celebra la eucaristía.
El viernes santo: vía crucis, quema de judas y procesión del silencio
Ese mismo día se acostumbra visitar siete templos en conmemoración a la peregrinación de Jesús, después de su aprensión en el huerto de olivos, en cada templo se realizan oraciones de perdón y agradecimiento. El número siete significa perfección, simbolizando que estamos dispuestos a seguir a Jesús a todas partes.
En la misa del jueves santo se escogen a doce hombres adultos a los que el sacerdote les lava los pies, este ritual se lleva a cavo para recordar cuando Jesús les lavó los pies a los doce apóstoles en la última cena como símbolo de amor, humildad y servicio hacia ellos.
El jueves santo: Lavado de pies y visita a los siete templos
El miércoles santo, Jesús es traicionado y entregado por Judas, uno de sus discípulos, a cambio de 30 monedas de plata.
El martes santo, estando Jesús en la casa de su amigo Simón, el leproso, una mujer llamada María se acerca y le lava los pies con un costoso perfume secándolo con su largo cabello, despertando las críticas de los presentes, a lo que Jesús intercede defendiéndola.
El lunes santo es el día en que Jesús al visitar el templo, se encuentra con que este ha sido convertido en mercado y envuelto en ira tira todos los puestos de los mercaderes.
El lunes, martes y miércoles santos

Si bien estos días no tienen ninguna implicación especial actualmente en el festejo de semana santa, sí tienen una importancia histórica y religiosa.
Esta costumbre tiene sus orígenes en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, montado de un burrito, el pueblo lo aclamaba y colocaba a su paso en el suelo ramitas de palma y olivo para darle la bienvenida.
El domingo de ramos

Es el primer día de la semana santa, en este día se acostumbra a acudir a misa con ramitas de palma u olivo para que las mismas sean bendecidas durante la misa y los asistentes las lleven a sus casas, o bien les regalen a sus seres queridos o personas enfermas que no pueden acudir a misa. Las ramitas que quedan son usadas para ser incineradas el miércoles de ceniza del año siguiente, que es el primer día de la cuaresma.
Si bien en diferentes países se tienen unas costumbres particulares, como sucede para navidad y año nuevo, en esta celebración de orígenes cristianos, se llevan a cabo una serie de rituales que evocan la tradición de recordar los últimos días de Jesús, cada día tiene un ritual con su significado.
n esta semana tan especial que conmemora los últimos días de Jesús en la tierra, se celebran diferentes rituales para recordar lo sucedido en su época.
La tradicional mona de Pascua

La mona de Pascua es un alimento típico de las regiones aragonesa, valenciana, catalana y de ciertas zonas de Murcia. Es una torta de Pascua cuya degustación simboliza que la Cuaresma y sus abstinencias se han acabado.
Para los católicos, existe una leyenda popular que cuenta que un conejo estuvo encerrado en el sepulcro junto a Jesús y presenció su resurrección. Al salir de la cueva junto a Jesús, el conejo fue elegido como el mensajero que comunique y recuerde a todos los niños la buena nueva.
Existen varias historias en relación al Conejo de Pascua. En la tradición germana que fue adoptada después por los anglosajones, es un personaje mítico de la mitología infantil. Además con la llegada de la primavera se celebraban las fiesta dedicadas a la fertilidad y los conejos eran un considerados un símbolo debido a su conocida capacidad de procreación.
La historia del conejo de Pascua
El huevo de chocolate, tal como lo conocemos hoy, surgió en el palacio de Versalles, en Francia. Quienes vivían allí en los tiempos del rey Luis XIV decidieron refinar la costumbre popular y reemplazar los huevos de gallina por los de chocolate adornados con confites. La costumbre se ha extendido hasta nuestros días
En la tradición católica, los cristianos católicos más devotos seguían la abstinencia cuaresmal de no comer productos lácteos ni huevos, por lo que estos se iban acumulando y una vez terminada la cuaresma los iban regalando.
El origen de los huevos de Pascua

Los egipcios tenían como costumbre regalar huevos pintados durante las festividades. Los más espectaculares eran usados para decorar las puertas de las casas.
Esopo

Moraleja

No dejes que el fervor o entusiasmo nuble tu discreción.
Habiéndose quebrado las alas por el golpe, cayó a tierra donde fue capturada por uno de los transeúntes.
Pero sin darse cuenta de que sólo era un dibujo, voló hacia ella a toda velocidad e inevitablemente chocó contra el rótulo, hiriéndose lastimosamente.
Una paloma, incómoda por la molesta sed, vio una charca de agua pintada sobre un rótulo.
Fabula

La paloma sedienta
Moraleja

Siempre corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser siempre agradecidos.
Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Le vió la hormiga y le picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo.
Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola
Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manatial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.
Fabula

La paloma y la hormiga
Tras la procesión, los presos volvieron a la cárcel, lo que coincidió con la repentina desaparición de la epidemia que se cobró numerosas vidas. Esto fue interpretado como un milagro.
Los indultos tienen como base una leyenda que cuenta que en la época de Carlos III, una epidemia de peste incidió gravemente entre la población malagueña y ocasionó la suspensión de las procesiones de Semana Santa de 1759. Los reclusos de la prisión de Málaga pidieron entonces al alcalde sacar ellos uno de los pasos del que se declaraban devotos, y al serles denegada la solicitud se amotinaron, escaparon de la cárcel y llevaron a hombros la imagen por las calles de la ciudad.
¿De dónde viene la tradición de indultar a un preso en Semana Santa?

Una tradición que se realiza todos los años en varias ciudades españoles como Valladolid, León o Santander es la de indultar a un reo debido a su buena conducta. El año pasado el Consejo de Ministros concedió a quince presos el indulto solicitado por las cofradías de sus respectivas ciudades.
¿Por qué en las procesiones de Semana Santa se usa un capuchón?

En los diferentes pasos es normal ver a muchas personas que participan en las procesiones portando un capuchón que les tapa la cara. La costumbre proviene de la época de la Inquisición, en la que a las personas castigadas por motivos religiosos se les imponía la obligación de cubrirse tanto el pecho y la espalda como la cara, en señal de penitencia para ser perdonados a los ojos de los demás.
¿De dónde viene la costumbre de ayunar en Semana Santa?

Es tradición cristiana ayunar durante los cuarenta días que dura la Cuaresma como penitencia y renovación. La ley del ayuno obliga a hacer una sola comida durante el día, pero no prohíbe tomar un poco de alimento por la mañana y por la noche. Deben cumplirla todos los mayores de edad hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años.
La Pascua de resurrección determina muchas de las fiestas cristianas del calendario: La Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después de Pascua y Pentecostés, 10 días después de la Ascensión. La semana anterior a la Pascua de Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos (que conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén).
¿Por qué la fecha de las fiestas de Semana Santa varía cada año?

Las fechas de la Semana Santa se fijan según el calendario lunar. En el año 325, la iglesia se reunió en Nicea y acordó que la Pascua de resurrección, que conmemora la vuelta de Jesús a la Tierra, debe de celebrarse el domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera, que tiene lugar el 21 de marzo.
Hizo trizas el papel; abrió la ventana y al través de la reja lanzó los pedacitos blancos, que revolotearon y fueron a posarse en las losas de la acera. Después, desabrochándose lentamente el ciclo de pedrería, lo miró al través de su llanto, lo tiró al suelo y con sus botitas viejas pisó, volvió a pisar, taconeó, rompió la argolla, haciendo saltar los brillantes de su engaste delicado.
El tono imperativo, el grosero tuteo inmotivado, la precaución de la inicial... Leocadia creyó notar que se abría en su corazón una fuente, un chorro de agua limpia, amarga, sana, hervidora, un manantial de indignación, de altivez, de furor, de desprecio. Y debía de ser verdad que la fuente manaba, y se desbordaba, pues ya buscaba desahogo por los ojos. Lágrimas gruesas, copiosas, bajaban a apagar el incendio de las mejillas...
«Sal esta noche a la calle; te aguardo en la esquina a las diez con un coche. Cenaremos juntos. G.»
Era un continental: un pliego de papel que tenía por timbre el globo terráqueo, dos hemisferios. Leocadia firmó el sobre, dejó la pluma encima de la mesilla, se acercó a la ventana enrejada y leyó. Según descifraba la misiva aquella, la fresca palidez de su semblante radioso se teñía de púrpura, rápidamente, como si millares de manos la abofeteasen a la vez:
Un golpe en la puerta del cuarto, y la cara risueña y maliciosa, de monago, de Tomasico, el botones.

-Señorita... Esta carta acaban de traer.
A la evocación de las venturas nupciales, un estremecimiento corrió por el espinazo de Leocadia. Ella no era novia... Las novias no lo son por las galas, ni por las joyas, ni siquiera por el amor... Son novias por otra razón. ¡Leocadia no sería novia jamás! Sin embargo, a pesar de sus ansias de desquite y de lujo, acaso por ellas mismas, conservaba su pureza como se conserva lejos del hielo y del cierzo una azucena destinada a marchitarse en una orgía. «Dentro de seis días...», calculó con involuntario horror. La figura de Gaspar brotó, por decirlo así, del fondo oscuro del cuartucho, en una especie de alucinación de los sentidos. Leocadia vio a su futuro... Futuro ¿qué? «Futuro... dueño», articuló, abrasándose la garganta al paso de la voz. El orgullo, el orgullo con anverso de virtud y reverso de vicio, con su dualidad, se irguió en su alma. ¡El tal Gaspar Ribelles! Su barba ya canosa, lustrada de aceite perfumado; su boca, de labios gordos; sus dientes plomizos, restaurados por medio de toquecitos de oro; sus mejillas llenas y encarnadas; su abdomen de ricachón... ¡Qué tipo tan diferente de lo que a menudo, al oír música, después de leer versos, o en la capilla, entre el olor del incienso, soñaba Leocadia! Con la intensidad de un dolor físico, agudo, de una impresión de azotes en las desnudas espaldas, la hirió la certidumbre de que sólo faltaban seis días para la esclavitud... ¡Ah! ¡Cómo aborrecía al mercader! ¡Cómo le aborrecía con todo su ser sublevado, con epidermis, nervios, fibras, venas, entrañas!... ... (ver texto completo)
«No vuelvo a usar algodón -determinó-. Seda, seda no más... Y a docenas los pares... Unos calados; otros, bordados como galas de novia...» Acordóse del equipo de la mayor de las Ribelles, casada el año anterior, y las punzantes de codicia que despertaba tanta riqueza.