…. continuará, pero pacabá de una vez questo es mu trabajoso pa sé diario……
NUEVE,
……. continuación……..
-Que hable le Guardia Civil-, dijo el Jefe comarcal.
-He creído conveniente –dijo el cabo- hacer un informe por escrito, camarada.
-Me parece correcto, pero que lo lea el Secretario que cada uno valemos pa una cosa-. Y este, muy solícito, leyó lo que sigue:
-“”Alertados por la estanquera de un consumo desproporcionado de mistos, donde uno de los componentes –el clorato de potasa- puede ser (mezclado con otros elementos) causa de deflagración, creímos conveniente investigar el destino de tanto fósforo vendido. Yo creo, camarada Jefe, que hemos hecho el más absoluto de los ridículos, por lo que pido disculpas en nombre de la Guardia Civil. Primero, interrogamos a dos pobres hombres que, cuando fueron quintos, incendiaron un pajar y se les abrió ficha como potenciales pirómanos: descartados como depositarios de tanta cerilla, pasamos a la segunda fase de la investigación. Pusimos un número uniformado muy próximo a la puerta del estanco en un servicio de verdadero “pontón”, sin apreciar otra cosa que la entrada y salida de gente a realizar las compras propias de la actividad de la expendeduría, quizá –como nota destacable- detectamos un tránsito inusitado de niños y niñas realizando esas compras. La estanquera nos llamó para decirnos: “por Dios, que me quiten el guardia de la puerta, que me espanta la caza y tengo la impresión de estar retenida, mire usted, una que es tan adicta”. Lo cambiamos por otro guardia de paisano, y doña Amparo nos imploró: “esto es peor todavía, amigo Sánchez, sin el uniforme este señor asusta a cualquiera, parece –por su delgadez- alguien que está pidiendo limosna, es un sufriero verlo tan quieto y tan consumío”. Nada que nos llamara la atención, camarada Jefe, los niños compraban y se iban a sus casas. Posteriormente hicimos un seguimiento al Piconero comunista, el hombre estaba a su jara, a su picón, a la carbonilla y el carbón: nada de nada. Y por último investigamos al Molinero (ateo, masón y crítico con el Régimen), verificando que no era, en absoluto, receptor de los mistos. CONCLUSION: el destino de tanta cerilla no tiene como objeto su uso como deflagrador, sino algún uso doméstico que el que suscribe desconoce y, entiende, que está fuera de su competencia el averiguarlo. Y no teniendo más que decir firma la presente, el comandante de puesto, don Manuel Sánchez Cabo Cava. Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista””.
La reunión en el bar de “Ramito” estaba llegando a su fin, después de escuchar al párroco que lo único que aportó fue su “ preocupación por la caída radical en el número de confesiones por parte de niños y niñas”, el regidor de La Haba, un hombre dotado de altas dosis de inteligencia y sentido común (virtudes, no obstante, al servicio del despiadado Régimen en el que confusamente estaba domiciliado), se inclinó en su silla y, muy despacio, le dijo algo al oído del camarada Jefe: la reunión terminó de manera fulminante.
Al día siguiente por la mañana, día 13 de octubre de l957, en el estanco del pueblo (por una orden que alguien podía y debió dar), de un coche de color negro salieron cinco grandes cajas precintadas con el letrero de “ ¡Cuidado! Material inflamable!”y del estanco salieron otras tantas, con la misma leyenda pero todas abiertas: EL PROBLEMA ESTABA RESUELTO.
Los niños no daban crédito a lo que veían sus ojos, TODAS LAS CAJAS DE MISTOS PORTABAN LA MISMA BANDERA: LA ESPAÑOLA. Bastaron siete días para que el mercado del Arroyo se inundara de esos billetes grandes tan ansiados; tantos, que el precio de la bandera de España se igualó en seguida con el valor de la de Argentina, luego bajó su precio por debajo del de la bandera peruana: y cuando los lidercillos, absolutamente desquiciados, abrieron las cajas de seguridad de sus corrales y pusieron en circulación todas las banderas españolas que mantuvieron escondidas, EL PRECIO DE LA BANDERA DE ESPAÑA SE IGUALÓ CON EL PRECIO DE LA DE CUBA.
Todos los niños eran igualmente ricos, o igualmente pobres: SE HABÍA ABOLIDO EL DINERO. “El repeón”, “La vara y el mocho”, “la picota”, “la ruleta”, “el burro Villanueva”, “a lo que quiera el mundo”, “entera”, “el catre”, “el gua”, “la rueda y el gancho”, “arriba las manos”, “aceitera”, “el cinturón corrío”, “el escondite”, “la comba”, y otros muchos juegos y, sobre todo, la imaginación infantil se puso en marcha: desapareció la codicia y se restableció un orden entrañable en el que el dinero no tenía cabida.
Recuerdo el flequillo de José “Breva” zarandeado por un fuerte viento, también recuerdo a Isidro Jiménez Manzano “el Pocho” y “Catalán” -riéndose a carcajadas- echándole una caruca a Antonio Gómez Romero “Pincharrata” y “Papi”: mientras que Joaquín Gallardo “Cagatinta”, pelín mayor, nos contaba a un grupo de amiguillos una de sus muchas trolas entrañables. Los cuatro están en los cielos, pero antes estuvieron en ese otro cielo que todos pisamos que se llama el Arroyo del Campo de La Haba, un lugar donde nació y murió el dinero.
(Sansacabó: todos los personajes son reales, pero sus posicionamientos y, diálogos, así como el relatar son producto de la imaginación de Leganés que tiende, tratando de no dañar, a la pura ficción).
Mu buenas tardes al jabeñerío,
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