Desde que tengo memoria recuerdo verla, cuidando siempre con cariño y esmero a los suyos, Haciendo esa rica boroña, como solo ella sabia hacerla, dandole esé punto, que amí tan rico me sabía.
Su marido que ya ba para años que murio, su cabeza está coronada por cabellos blancos como la
nieve, y sus manos blancas y pequeñas huesudas.
Por las tardes suele pasear y acompañar a sus vecinos más cercanos, pasea lentamente, su soledad hacia su pequeño trozo de
campo, que cuida con todo esmero. No es que
... (ver texto completo)