SALESIANOS | SAN ANTONIO ABAD VALENCIA
Don Jesús Remón, Moncho, el de los deportes, como es conocido en el colegio y como lo recordaban muchos tras conocer su fallecimiento, vino también a Valencia en la primeros años de los ochenta y permaneció con nosotros casi veinte años.
En cuanto llegó se puso al frente del deporte del colegio y durante su estancia se renovó toda la organización del mismo y se sentaron las bases para el funcionamiento del deporte escolar en nuestro centro. Muchos de los coordinadores deportivos y monitores actuales se formaron con él y muchos otros que han pasado a lo largo de los últimos años.
Se le recordará siempre en el patio preparando partidos, repartiendo balones, por sus coloridos equipajes (-“Así no coincidimos con nadie” - decía) y acompañado del también añorado Virgilio.
Gran maestro de matemáticas y amante de las nuevas tecnologías siempre quería estar en la vanguardia, preparando apuntes, haciendo programas informáticos …
Por si fuera poco lo que hacía, un día los Antiguos Alumnos se quedaron sin consiliario y él se ofreció al director de la Obra: -”Yo les conozco y estoy a gusto con ellos”. Y así fue como lo nombraron consiliario y nos acompañó hasta su marcha del colegio.
Cuando lo trasladaron a Cabezo de Torres lloraba, pero obedeció. Me recordaban en su funeral que siempre se acordó de Valencia, pero pronto encontró otro patio, otros alumnos para seguir haciendo lo que más le gustaba.
Don Jesús Remón, Moncho, el de los deportes, como es conocido en el colegio y como lo recordaban muchos tras conocer su fallecimiento, vino también a Valencia en la primeros años de los ochenta y permaneció con nosotros casi veinte años.
En cuanto llegó se puso al frente del deporte del colegio y durante su estancia se renovó toda la organización del mismo y se sentaron las bases para el funcionamiento del deporte escolar en nuestro centro. Muchos de los coordinadores deportivos y monitores actuales se formaron con él y muchos otros que han pasado a lo largo de los últimos años.
Se le recordará siempre en el patio preparando partidos, repartiendo balones, por sus coloridos equipajes (-“Así no coincidimos con nadie” - decía) y acompañado del también añorado Virgilio.
Gran maestro de matemáticas y amante de las nuevas tecnologías siempre quería estar en la vanguardia, preparando apuntes, haciendo programas informáticos …
Por si fuera poco lo que hacía, un día los Antiguos Alumnos se quedaron sin consiliario y él se ofreció al director de la Obra: -”Yo les conozco y estoy a gusto con ellos”. Y así fue como lo nombraron consiliario y nos acompañó hasta su marcha del colegio.
Cuando lo trasladaron a Cabezo de Torres lloraba, pero obedeció. Me recordaban en su funeral que siempre se acordó de Valencia, pero pronto encontró otro patio, otros alumnos para seguir haciendo lo que más le gustaba.