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El Corazón de Carlos II el Malo en Ujué

Carlos II el Malo comenzó la construcción del templo gótico de Santa María de Ujué e intentó, sin éxito, establecer en dicha localidad una universidad. En sus últimas voluntades dispuso que su cuerpo reposara en Pamplona, sus entrañas en Roncesvalles y su corazón ante Santa María de Ujué. Al fallecer el 2 de enero de 1387, se ofrecieron cien misas por su alma y las campanas de la catedral de Pamplona doblaron a muerto durante quince días y quince noches. El médico judío Samuel Trigo embalsamó su cuerpo y disecó su corazón empleando “aguarrós, mirra, áloes, cicotrín, tres almudes de nueces, cuatro libras de incienso, dos de resina de terebinto, linaloe, canfora, resina, goma arábiga, colonia, gargant, gali y musquet”. El 18 de enero se llevó el corazón en un pichel (vaso) de estaño soldado a Ujué, donde permanece en una urna de cristal.
En 1923, Juan Iturralde y Suit se encuentra en Ujué con su labor de recuperación histórica al frente de la Comisión de Monumentos. El hallazgo del corazón de este rey le produjo una inmensa emoción, como se desprende del documento que escribió lleno de precisión científica y pasión romántica.

A Carlos II el apodo se lo pusieron en contraposición al rey de Francia Juan II el Bueno. El contexto era la Guerra de los Cien Años, en la que Navarra estuvo implicada, ya que Juana I de Navarra y Felipe IV el Hermoso unieron sus reinos de Francia y Navarra, pero sus hijos (Luis I el Hutín, Felipe II el Largo y Carlos I el Calvo) murieron sin descendencia masculina y el problema sucesorio llevó a la guerra en Francia. En Navarra, como no regía la Ley Sálica, fue coronada Juana II, la hija de Luis I.

Juana II se casó con Felipe de Evreux y tuvieron a Carlos II, de quien merece la pena contar sus tribulaciones por Europa. En 1355 marchó a Cheburgo junto a 2000 soldados al mando del alférez de Navarra Martín Enríquez, incluidos moros de Tudela maestros en hacer hierros de lanza, saetas y ballestas. Tras estas incursiones firmó la paz con el rey de Francia, pese a lo cual el 5 de abril de 1356 fue encarcelado en Arleux, de donde sería liberado el 9 de noviembre de 1357 por varios caballeros navarros disfrazados de carboneros (Corbarán de Lehet, Rodrigo de Úriz, Carlos de Artieda, el Barón de Garro y Fernando de Ayanz).

Tras su liberación, se dirigió a París donde los burgueses (con Étienne Marcel al frente) se habían rebelado y una multitud de 100.000 personas le aclamó como su caudillo. Pero no le apoyaban los más desfavorecidos y, al estallar la sublevación popular de la Jaquerie, en 1358 Carlos II participó activamente en la masacre de los campesinos, en la que su líder, Guillaume Cale, fue apresado mientras parlamentaba, con el argumento de que las reglas de caballería no se aplicaban a las clases bajas. Mientras tanto, la nobleza aprovechó el tumulto para organizarse, asesinar a Étienne Marcel y apresar a los rebeldes burgueses. El Delfín tomó el mando y Carlos II huyó de París, despertando del sueño de acceder al trono francés, para lo que contaba con el apoyo inglés, ya que en 1403 su hija Juana se había casado en la catedral de Winchester con Enrique IV de Lancaster, rey de Inglaterra, convirtiéndose en la segunda navarra coronada reina de Inglaterra (tras Berenguela, hermana de Sancho VII el Fuerte y esposa de Ricardo Corazón de León).

Todos los Evreux sintieron una gran devoción por Ujué: Carlos III el Noble, hijo del anterior (muy freudiano: malo el padre, noble el hijo), enriqueció la basílica y regaló joyas para el tesoro de la Virgen. Y su hija Blanca de Navarra donó al templo su traje de bodas y dispuso ser enterrada en Ujué delante del coro en un sepulcro de alabastro y tras una reja de hierro, debido a su dignidad real, pero esto último nunca se cumplió.

Así pues, el corazón de Carlos II se encuentra en un hueco habilitado en la pared izquierda del presbiterio. Carlos II el Malo, siguiendo la costumbre de su época, decide disponer de varias sepulturas, según su último testamento de 1385. De este modo, su cuerpo permanece enterrado en la Catedral de Pamplona, sus entrañas en el Hospital de Roncesvalles y su corazón en Santa María de Ujué. Lo de “el Malo” no es del todo cierto. Para los navarros fue un rey querido y, por lo tanto, quizá sea “malo” para los franceses, porque de 1355 a 1364 lucha contra el poder del rey Valois en París y en sus dominios normandos. Por el contrario, Carlos II quiere y ayuda a su sociedad navarra. Para terminar diremos que este rey murió quemado de forma accidental.