Son múltiples los pésames llegados por el obito de nuestro gran amigo Pedro Remón Rey, magnífica persona, de gran corazón, que hacía saltar las carcajadas con sus chistes y sus poesías, hasta juegos de magia nos hacía, y es que siempre te recordaremos con mucho agrado.
Luchó con todas sus fuerzas ante su enfermedad, como cuando peleaba aquellos míticos partidos de pelota, con su amigo Sendoa en la escuela laboral de Tafalla, allá por los años 1970 al 1972. Al final con tan solo 59 años, nos dejó para siempre. Nacido el 23 de abril de 1953, día de San Jorge, día del libro, estudió en la Escuela Municipal de Ujué, con la Señora Anita, con Don Fermín Ugalde y con Don Angel García-Herreros, después en la Escuela de Oficialía de Tafalla. En la mili en Irún trabajó en la cocina y tuvo la suerte de que le tocó una participación del gordo. Posteriormente trabajó en diversos oficios, en Pamplona, para retornar a su Ujué natal, donde residiría definitivamente. Allí contrajo nupcias con Loli y tuvieron dos hijos Nekane e Iker. Su vida fue un rosario de dificultades, tuvo un percance de caza que le privó de parte de su visión, superó un ataque cardíaco. pese a todo siempre era el que animaba las tertulias, las fiestas, las cenas, cantando jotas, contando chistes, recitando poesías. Todos nos acordamos de él por su humor contagioso. Se sacaba la vida en el campo, además fue agricultor, ganadero, cazador, alguacil del Ayuntamiento de Ujué, trabajó en panadería Guerinda, en pastas Urrutia, regentó la Sociedad de Ujué, el bar Villar, el club de jubilados, dejando en todos los lugares un grato sabor por su gran amor al trabajo. Sabía adaptarse a todas las circunstancias con tal de sacar su familia adelante.
Su esposa Loli Ibáñez le respaldó y le ayudó durante toda su vida, cuidándole magníficamente durante los momentos finales de la enfermedad, ayudado por sus retoños Nekane e Iker.
No pudimos celebrar la reunión de los nacidos en 1953, siempre me recordabas lo mismo, al final el encuentro de los quintos no se celebró en torno a la mesa, como hicieron otras generaciones anteriores y posteriores a la nuestra.
Te echaremos en falta, tu ausencia se notará y no te veremos y escucharemos cantando jotas y corridos mejicanos.
Tuas amigos nunca te olvidaremos. Donde quiera que estés un fuerte abrazo de tu amigo
Yule (así es como el me llamababa) Ignacio Zulet.
Luchó con todas sus fuerzas ante su enfermedad, como cuando peleaba aquellos míticos partidos de pelota, con su amigo Sendoa en la escuela laboral de Tafalla, allá por los años 1970 al 1972. Al final con tan solo 59 años, nos dejó para siempre. Nacido el 23 de abril de 1953, día de San Jorge, día del libro, estudió en la Escuela Municipal de Ujué, con la Señora Anita, con Don Fermín Ugalde y con Don Angel García-Herreros, después en la Escuela de Oficialía de Tafalla. En la mili en Irún trabajó en la cocina y tuvo la suerte de que le tocó una participación del gordo. Posteriormente trabajó en diversos oficios, en Pamplona, para retornar a su Ujué natal, donde residiría definitivamente. Allí contrajo nupcias con Loli y tuvieron dos hijos Nekane e Iker. Su vida fue un rosario de dificultades, tuvo un percance de caza que le privó de parte de su visión, superó un ataque cardíaco. pese a todo siempre era el que animaba las tertulias, las fiestas, las cenas, cantando jotas, contando chistes, recitando poesías. Todos nos acordamos de él por su humor contagioso. Se sacaba la vida en el campo, además fue agricultor, ganadero, cazador, alguacil del Ayuntamiento de Ujué, trabajó en panadería Guerinda, en pastas Urrutia, regentó la Sociedad de Ujué, el bar Villar, el club de jubilados, dejando en todos los lugares un grato sabor por su gran amor al trabajo. Sabía adaptarse a todas las circunstancias con tal de sacar su familia adelante.
Su esposa Loli Ibáñez le respaldó y le ayudó durante toda su vida, cuidándole magníficamente durante los momentos finales de la enfermedad, ayudado por sus retoños Nekane e Iker.
No pudimos celebrar la reunión de los nacidos en 1953, siempre me recordabas lo mismo, al final el encuentro de los quintos no se celebró en torno a la mesa, como hicieron otras generaciones anteriores y posteriores a la nuestra.
Te echaremos en falta, tu ausencia se notará y no te veremos y escucharemos cantando jotas y corridos mejicanos.
Tuas amigos nunca te olvidaremos. Donde quiera que estés un fuerte abrazo de tu amigo
Yule (así es como el me llamababa) Ignacio Zulet.