HISTORIAS DE LA AGRICULTURA EN UXUE.
- El bravant fue el primer arado que tuvo dos ruedas. Hasta entonces mi padre y los que le precedieron usaban el arado romano, que llevaba dos rejas mirando a la tierra colgando del final del mástil. Este llevaba también dos rejas una en la tierra y la otra mirando al cielo. Cuando se llegaba al fin del surco, se giraba al apero cambiando el sentido y se daba la vuelta a un eje, de modo que la reja que estaba en el aire pasaba a ser la que rompía la tierra, para juntarla contra el montón hecho en el surco anterior. El caso es que un día un vecino mío, recién abandonada la escuela, fue ayudar a su padre al campo, estaban arando y al finalizar un surco se puso al lado de la reja, con tan mala suerte que al voltearla le golpeó en la nariz y en la boca, produciéndole una gran hemorragia. Hubo que dejar la labor agrícola e ir rápidamente al practicante del pueblo para que curase la herida.
En otra ocasión era tan grande la pendiente, que debido a la gravedad el bravant se salió del surco y arrastró al mulo que tiraba del apero de labranza. La bronca que me echo mi padre fue fenomenal, pues el culpable de aquel percance había sido yo, que no guiaba a la caballería por el surco correcto.
- El bravant fue el primer arado que tuvo dos ruedas. Hasta entonces mi padre y los que le precedieron usaban el arado romano, que llevaba dos rejas mirando a la tierra colgando del final del mástil. Este llevaba también dos rejas una en la tierra y la otra mirando al cielo. Cuando se llegaba al fin del surco, se giraba al apero cambiando el sentido y se daba la vuelta a un eje, de modo que la reja que estaba en el aire pasaba a ser la que rompía la tierra, para juntarla contra el montón hecho en el surco anterior. El caso es que un día un vecino mío, recién abandonada la escuela, fue ayudar a su padre al campo, estaban arando y al finalizar un surco se puso al lado de la reja, con tan mala suerte que al voltearla le golpeó en la nariz y en la boca, produciéndole una gran hemorragia. Hubo que dejar la labor agrícola e ir rápidamente al practicante del pueblo para que curase la herida.
En otra ocasión era tan grande la pendiente, que debido a la gravedad el bravant se salió del surco y arrastró al mulo que tiraba del apero de labranza. La bronca que me echo mi padre fue fenomenal, pues el culpable de aquel percance había sido yo, que no guiaba a la caballería por el surco correcto.
