OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

UJUE: Otras estampas En torno a 1800 don Joaquín Baztán...

Otras estampas

En torno a 1800 don Joaquín Baztán Martínez costeaba la lámina de la Virgen de Ujué con los patronos del reino, abierta por el grabador valenciano Miguel Gamborino.

A fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, el santuario de Ujué y particularmente el culto a su titular experimentaron un notable aumento de visitas, así como de ventas de medallas, estampas y otros recuerdos devocionales. Junto a los grabados se distribuían en el santuario medallas, al principio importadas desde Roma, vía Francia, y más tarde realizadas por plateros y plateras -hijas o mujeres de plateros- de Tafalla. Son años de importantes fundaciones como la del prior Gorraiz y de constitución de la Hermandad y Congregación de los Esclavos de Santa María de Ujué en 1812, a imitación de la de la Virgen del Sagrario de Pamplona establecida en 1797. Paralelamente, y desde la administración parroquial se hicieron numerosos arreglos de las planchas viejas del legado de don Jerónimo íñiguez, a la vez que se encargaron otras nuevas.

En 1813 se retocó una de las planchas en Logroño porque estaba muy gastada y en 1817 se entregaron al grabador de Zaragoza José Gabriel Lafuente 480 reales por retocar dos láminas de la Virgen, la principal en 320 reales y la pequeña u ordinaria en 160 reales. Años mas tarde, en 1823 el mismo José Gabriel Lafuente abrió dos láminas nuevas, en 1850 se retocaba por 16 duros la lámina de la Virgen con los patronos del reino, costeada años atrás por don Joaquín Baztán Martínez y abierta por Miguel Gamborino y, en 1856, el impresor zaragozano Jorge Blesa, renovó otra lámina grande de la Virgen en su altar.

Entre los nombres de los impresores que estamparon para el santuario de la Virgen de Ujué figuran Antonio Castilla de Pamplona en 1775, José Delgado de Logroño en 1812, Paulino Longás de Pamplona en 1813, 1814 y 1815, Joaquín Domingo de la capital navarra en 1818, Javier Goyeneche de la misma ciudad en 1822 y Jorge Blesa de Zaragoza, a partir de 1823 en numerosas ocasiones.

Todo este patrimonio tan interesante compuesto por estampas, exvotos, capillitas, medallas, escapularios y relicarios que se ha conservado en colecciones particulares y en museos etnográficos o de artes y tradiciones populares, no se ha exhibido y estudiado hasta nuestros días y, realmente merece la pena concienciar a nuestra sociedad, cada vez más alejada del fenómeno religioso, de los valores como auténticos bienes culturales de esas pequeñas piezas.

El interés de esas antiguas estampas radica en que forman parte de ese capítulo de la historia del arte que solemos denominar como "arte popular", por haber estado tan cerca de las gentes, dentro de sus propias casas, constituyendo un fondo importantísimo para el conocimiento y la historia de nuestro pasado.