UJUE: Eran los tiempos de Iñigo Arista (siglo IX), cuando...

Eran los tiempos de Iñigo Arista (siglo IX), cuando un pastorcito pudo observar como una paloma blanca volaba hasta una hendidura de la roca y penetraba en ella para de nuevo salir, bajar y volver a subir con gran rapidez. El zagal quiso espantarla arrojándole su cayado repentinamente, pero la paloma volvía y volvía a sus vuelos y visitas a la cueva. Curioso, subió el pastorcillo por la escarpada roca hasta la oquedad, donde encontró la singular imagen de María y a sus pies la blanca paloma. Corrió presuroso al pueblo para comunicar su hallazgo. El pueblo, con prisa similar, ascendió la roca y encontró en el lugar señalado a Santa María con su paloma. En vez de llevarla al pueblo para venerarla en su iglesia, acordaron con acuerdo único trasladar la población junto a la Virgen. Nacía Ujué en torno a su Virgen. Esta es la leyenda. La historia nos habla de un asentamiento romano en su entorno, de una fortaleza que fue bastión defensivo de NAVARRA durante siglos, de un palacio real y de un arte románico con caracteres de singular factura.
Allí , asentada sobre leyenda e historia, sigue Santa María de Ujué. El pueblo y la Virgen se prestan mutuamente sus nombres en simbiosis tan perfecta que hoy, al hablar de Ujué, no sabemos si nos referimos al pueblo o a su virgen. Y en medio el romero ribero de dura presencia y austera fe. Todo con la blanca paloma que nos invita en su vuelo limpio a subir en oración hasta los pies mismos, arrebujados en babuchas moras, de Santa María.


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