Los humildes jornaleros, temen al sol del verano; que alarga la vida al pobre y alcorza la vida al amo. Los pies me hacen mal del trillo, y las manos del ramal. ¡Cuando querrá el Dios del cielo, que dejemos de trillar!
Los humildes jornaleros, temen al sol del verano; que alarga la vida al pobre y alcorza la vida al amo.