Del blog de Román Felones. http://romanfelones. wordpress. com/2010/08/06/navarra-festiva -ix-san-martin-de-unx/
Navarra festiva (IX): San Martín de Unx
San Martín de Unx es una de las poblaciones medievales más características de Navarra. Encaramada a un cerro, su visión resulta pintoresca por cualquiera de las carreteras de acceso. Pero presumo que para muchos navarros, la vista panorámica es su único acercamiento. Una lástima, porque merece la pena parar el coche, dejarlo en la pequeña plaza frente al ayuntamiento e iniciar un recorrido a pie por su empinado caserío y dejarse transportar a otra época.
Por eso, cuando el otro día recibí la invitación del ayuntamiento para acompañar a corporación y vecinos en la fiesta grande de la Virgen del Pópulo, me alegré doblemente. Primero, por compartir sus fiestas patronales una jornada más con la Navarra rural, ésa que ha vivido duramente la emigración y la disminución de población, y segundo por tener la oportunidad de disfrutar de uno de los enclaves artísticos más interesantes de la Navarra Media.
La acogida en el ayuntamiento por parte del alcalde y concejales fue cordial y sentida, pese a que no nos conocíamos. Compartí visita con representantes de otros grupos políticos, en especial una nutrida representación del PP, con el europarlamentario Pablo Zalba entre ellos, además de alcaldesas y alcaldes de los municipios colindantes. Tras los saludos y una nutrida foto de grupo, nos acercamos hasta la iglesia de Santa María de Pópulo, la patrona, para recoger su preciosa imagen gótica y subirla hasta la parroquia de San Martín, allá en lo alto. La calle empinada, el eje del caserío medieval, está jalonada de casonas de buen porte que no pueden ocultar tiempos mejores para la villa. Y digo para la villa y no para sus habitantes, porque no me cabe duda de que nunca se ha vivido en San Martín como en el tiempo presente, aunque la diáspora demográfica haya vaciado buena parte de sus casas y la crisis afecte de forma severa a la agricultura y ganadería. Pero el pan nuestro de cada día, obsesión y deseo de sus habitantes a lo largo de su historia, hoy es una realidad generalizada como no lo ha sido en ningún otro momento de su historia.
La iglesia parroquial es un hermoso ejemplar románico con algunos elementos singulares: su cripta, poco frecuente en nuestra tierra; su pila bautismal, afortunadamente redescubierta durante el proceso de restauración; y el interesante retablo mayor, de finales del siglo XVI, retirado del ábside y acomodado en la nave lateral, levantada en el mismo siglo para acrecentar el espacio destinado al culto.
La celebración fue participada, hermosa y musicalmente vibrante. Que una coral de un municipio de 450 habitantes se atreva con piezas polifónicas del repertorio clásico, exige dedicación y merece aplauso. El zortziko y la jota final pusieron un buen broche a la celebración. Tras ella, de nuevo en procesión hasta la iglesia de abajo con la imagen de la Virgen. Gaiteros, jotas, gigantes, todo ayudaba a dar calor a una mañana fresquita.
Nuestro último acto fue el aperitivo popular servido en Casa Tomás, un restaurante bien conocido para mí por ser lugar de parada y fonda a la vuelta de las javieradas.
Buenas raíces y buenas tradiciones las de los sanmartinejos. Cabe esperar que entre todos consigamos un buen equilibrio territorial y que nuestros pueblos asienten una población a lo que no falte trabajo y bienestar. Solo así podremos seguir celebrando actos como el de hoy. Son reflejo de nuestra historia y tienen un valor incalculable.
Navarra festiva (IX): San Martín de Unx
San Martín de Unx es una de las poblaciones medievales más características de Navarra. Encaramada a un cerro, su visión resulta pintoresca por cualquiera de las carreteras de acceso. Pero presumo que para muchos navarros, la vista panorámica es su único acercamiento. Una lástima, porque merece la pena parar el coche, dejarlo en la pequeña plaza frente al ayuntamiento e iniciar un recorrido a pie por su empinado caserío y dejarse transportar a otra época.
Por eso, cuando el otro día recibí la invitación del ayuntamiento para acompañar a corporación y vecinos en la fiesta grande de la Virgen del Pópulo, me alegré doblemente. Primero, por compartir sus fiestas patronales una jornada más con la Navarra rural, ésa que ha vivido duramente la emigración y la disminución de población, y segundo por tener la oportunidad de disfrutar de uno de los enclaves artísticos más interesantes de la Navarra Media.
La acogida en el ayuntamiento por parte del alcalde y concejales fue cordial y sentida, pese a que no nos conocíamos. Compartí visita con representantes de otros grupos políticos, en especial una nutrida representación del PP, con el europarlamentario Pablo Zalba entre ellos, además de alcaldesas y alcaldes de los municipios colindantes. Tras los saludos y una nutrida foto de grupo, nos acercamos hasta la iglesia de Santa María de Pópulo, la patrona, para recoger su preciosa imagen gótica y subirla hasta la parroquia de San Martín, allá en lo alto. La calle empinada, el eje del caserío medieval, está jalonada de casonas de buen porte que no pueden ocultar tiempos mejores para la villa. Y digo para la villa y no para sus habitantes, porque no me cabe duda de que nunca se ha vivido en San Martín como en el tiempo presente, aunque la diáspora demográfica haya vaciado buena parte de sus casas y la crisis afecte de forma severa a la agricultura y ganadería. Pero el pan nuestro de cada día, obsesión y deseo de sus habitantes a lo largo de su historia, hoy es una realidad generalizada como no lo ha sido en ningún otro momento de su historia.
La iglesia parroquial es un hermoso ejemplar románico con algunos elementos singulares: su cripta, poco frecuente en nuestra tierra; su pila bautismal, afortunadamente redescubierta durante el proceso de restauración; y el interesante retablo mayor, de finales del siglo XVI, retirado del ábside y acomodado en la nave lateral, levantada en el mismo siglo para acrecentar el espacio destinado al culto.
La celebración fue participada, hermosa y musicalmente vibrante. Que una coral de un municipio de 450 habitantes se atreva con piezas polifónicas del repertorio clásico, exige dedicación y merece aplauso. El zortziko y la jota final pusieron un buen broche a la celebración. Tras ella, de nuevo en procesión hasta la iglesia de abajo con la imagen de la Virgen. Gaiteros, jotas, gigantes, todo ayudaba a dar calor a una mañana fresquita.
Nuestro último acto fue el aperitivo popular servido en Casa Tomás, un restaurante bien conocido para mí por ser lugar de parada y fonda a la vuelta de las javieradas.
Buenas raíces y buenas tradiciones las de los sanmartinejos. Cabe esperar que entre todos consigamos un buen equilibrio territorial y que nuestros pueblos asienten una población a lo que no falte trabajo y bienestar. Solo así podremos seguir celebrando actos como el de hoy. Son reflejo de nuestra historia y tienen un valor incalculable.
