TODOS LOS JUBILADOS TUVIMOS VEINTE AÑOS
A Tel, estudiante de medicina, melenudo y bien parecido, le había
comprado un seiscientos de segunda mano el abuelo materno, para que, desde
Salamanca, los visitara algunos fines de semana en Pentes.
Un domingo
primaveral, de los primeros de mayo, circulaba
camino de Salamanca por la N 525, cuando a la altura del
pueblo del señor Inda se encontró con una verbena diurna, y decidió parar, obedeciendo a la llamada hormonal de su tierna
juventud.
No tenía
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