Cuando mi adorado Teles vio el calendario del Verín C. F. con las
fotos de sus jugadores en bravas pelotas, pasó veloz hoja por hoja buscando a mi nieto futbolista.
El muchacho aparece en cueros, de pie, exhibiendo todos sus atributos, con las piernas bien plantadas y abiertas, y los brazos sujetando una pelota que a duras penas oculta sus vergüenzas.
El bueno de Romerales meneó imperceptiblemente la cabeza, totalmente poseído por una de esas sonrisas de boca apretada con mil rayas en las comisuras.
Hoy
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