MÁS DE DOS HORAS Y MEDIA DE ATASCO
Pudiera ser que, en menos de cinco kilómetros, de la autovía de La Coruña, llamada también la N. 6… El domingo día 21 de agosto, desde la doce menos diez, hasta las dos y media, de la tarde, el atasco fue tremendo, quizá no andaríamos ese recorrido, pero el cabreo era monumental, las personas con sus coches y camiones, que transitábamos por ese recorrido, pasamos todo el miedo del mundo, cuando nos quedamos parados dentro del viaducto de unos trescientos y pico metros, de distancia y por la situación de las barandillas, quizá a cien metros de altura, sobre el bajo suelo. Camiones coches amontonados sobre su asfalto, con un sin fin de preguntas por teléfono, al 112, donde yo fui uno de los que llamaron. Que sin mucha delicadeza a otro lugar me indicaron, no les seguí su juego, el miedo y el cabreo me dejaron desolado. El camino todo cuesta arriba, túnel y ladera a paso de tortuga, hasta llegar a Piedrafita del Cebreiro, donde el pueblo tenía su mercado en las calles, y la Guardia Civil, trataba de encauzar todo aquel diluvio de automóviles, camiones, rulot, y de más peatones, que inundaban su calle principal, y aledaños. Era un perfecto desastre, para cabrear a propios y extraños, maldiciendo todo aquel límite de las regiones de Castilla y León, con La Galicia de siempre, nostálgica y morriñosa, que se llena de saudades, sin ver otras penosas cosas. Que a los que vamos a visitarla y apreciarla, nos deja de vez en cuando algún desengaño. PIEDRAFITA DEL CEBREIRO, punto y aparte, y si puede ser distante, para los coches mucho mejor. G X Cantalapiedra. 22–8 –2022. LAMENTABLE EL PASAR POR AHÍ, TENDREMOS QUE PENSARLO Y DECIDIR OTRO CAMINO.
Pudiera ser que, en menos de cinco kilómetros, de la autovía de La Coruña, llamada también la N. 6… El domingo día 21 de agosto, desde la doce menos diez, hasta las dos y media, de la tarde, el atasco fue tremendo, quizá no andaríamos ese recorrido, pero el cabreo era monumental, las personas con sus coches y camiones, que transitábamos por ese recorrido, pasamos todo el miedo del mundo, cuando nos quedamos parados dentro del viaducto de unos trescientos y pico metros, de distancia y por la situación de las barandillas, quizá a cien metros de altura, sobre el bajo suelo. Camiones coches amontonados sobre su asfalto, con un sin fin de preguntas por teléfono, al 112, donde yo fui uno de los que llamaron. Que sin mucha delicadeza a otro lugar me indicaron, no les seguí su juego, el miedo y el cabreo me dejaron desolado. El camino todo cuesta arriba, túnel y ladera a paso de tortuga, hasta llegar a Piedrafita del Cebreiro, donde el pueblo tenía su mercado en las calles, y la Guardia Civil, trataba de encauzar todo aquel diluvio de automóviles, camiones, rulot, y de más peatones, que inundaban su calle principal, y aledaños. Era un perfecto desastre, para cabrear a propios y extraños, maldiciendo todo aquel límite de las regiones de Castilla y León, con La Galicia de siempre, nostálgica y morriñosa, que se llena de saudades, sin ver otras penosas cosas. Que a los que vamos a visitarla y apreciarla, nos deja de vez en cuando algún desengaño. PIEDRAFITA DEL CEBREIRO, punto y aparte, y si puede ser distante, para los coches mucho mejor. G X Cantalapiedra. 22–8 –2022. LAMENTABLE EL PASAR POR AHÍ, TENDREMOS QUE PENSARLO Y DECIDIR OTRO CAMINO.