LLUEVE Y VEMOS EL ARTE DE LA LLUVIA,
Estando en Galicia en la zona de entre rías, la lluvia parece un constante, mejor dicho, es un ARTE, ya que la forma de llover puede causarte un contraste delicioso, Cuando llueve con su calma como decía Miguel Hernández, todo trascurre sin problemas, cuando aparece el diluvio, hasta los charcos nos cortan las carreteras, Pueden ser unos minutos cuando arrecia la lluvia, viendo que los canalones se ponen a tope, y el agua inunda hasta las aceras. Otras veces apenas hay nubes, entonces es como si te cogieran a traición y puedes acabar calado. Las noches cálidas incluso en verano, suena la lluvia sobre los cristales, y te despierta ese sonido que hace de este lugar una maravilla, ver llover sin relámpagos ni truenos en pleno mes de julio, y a medio día el Sol hace qué las playas se vean concurridas, sin pensar que puede en cualquier momento sin existir demasiadas nubes siga lloviendo. Es un ARTE que esas tierras entre las Rías de Betanzos y La de Ume, crezcan las hierbas hasta en los tejados, no me extraña, todo es posible, hasta el Campo de Golf de Miño tiene su verdor que nunca pide regarlo, sobre todo en tiempo normal que allí es que no falte nunca la lluvia. Las aceras entre baldosas crece el verde sin poderlo eliminar, y los tejados de algunas casas son tendederos de hierbas salvajes, que se multiplican por todos lados, El Arte de la lluvia esta Semana Santa la sufrimos, creo que no pudieron celebrar ninguna procesión por el exterior, y los coches esperaban en las puertas de las iglesias para evitar acabar calados todos los feligreses. Y eso que allí los paraguas son la fiel compañía, La Semana anterior hizo buen tiempo, hasta las playas estaban concurridas, y el frío no era fuerte, es esa Galicia de Rías y Mar Cantábrico, donde el viajero se siente como en su casa. Aunque la lluvia busca un hueco para decir que está ahí para que sus riachuelos no se sequen nunca. G X Cantalapiedra.
Estando en Galicia en la zona de entre rías, la lluvia parece un constante, mejor dicho, es un ARTE, ya que la forma de llover puede causarte un contraste delicioso, Cuando llueve con su calma como decía Miguel Hernández, todo trascurre sin problemas, cuando aparece el diluvio, hasta los charcos nos cortan las carreteras, Pueden ser unos minutos cuando arrecia la lluvia, viendo que los canalones se ponen a tope, y el agua inunda hasta las aceras. Otras veces apenas hay nubes, entonces es como si te cogieran a traición y puedes acabar calado. Las noches cálidas incluso en verano, suena la lluvia sobre los cristales, y te despierta ese sonido que hace de este lugar una maravilla, ver llover sin relámpagos ni truenos en pleno mes de julio, y a medio día el Sol hace qué las playas se vean concurridas, sin pensar que puede en cualquier momento sin existir demasiadas nubes siga lloviendo. Es un ARTE que esas tierras entre las Rías de Betanzos y La de Ume, crezcan las hierbas hasta en los tejados, no me extraña, todo es posible, hasta el Campo de Golf de Miño tiene su verdor que nunca pide regarlo, sobre todo en tiempo normal que allí es que no falte nunca la lluvia. Las aceras entre baldosas crece el verde sin poderlo eliminar, y los tejados de algunas casas son tendederos de hierbas salvajes, que se multiplican por todos lados, El Arte de la lluvia esta Semana Santa la sufrimos, creo que no pudieron celebrar ninguna procesión por el exterior, y los coches esperaban en las puertas de las iglesias para evitar acabar calados todos los feligreses. Y eso que allí los paraguas son la fiel compañía, La Semana anterior hizo buen tiempo, hasta las playas estaban concurridas, y el frío no era fuerte, es esa Galicia de Rías y Mar Cantábrico, donde el viajero se siente como en su casa. Aunque la lluvia busca un hueco para decir que está ahí para que sus riachuelos no se sequen nunca. G X Cantalapiedra.