COMO CAMBIO LA VIDA EN GALICIA
Aquel hombre que, viviendo en un pazo de Pontedeume, hace ciento y pico años, tenía su huerto y su barquito, donde en algunos ratos salía por la Ría de Ume a darse su vuelta, y conseguía su pescadito para cenar cualquier noche, El barquito era de remos, y más bien pequeño, y su huerto alrededor del pazo, le daban verduras y maíz incluso para el ganado, Su vida era normal, nunca soñaba con hacerse rico, tan solo el poder sacar a su familia adelante. La vaca que tenia en su propio pazo, le daba leche de sobra para su consumo, incluso podía vender algo. Una tarde de primavera salía con su barquito a la Ría de Ume, para tratar de pescar algún pez atrevido, más el destino le llevo mar adentro, donde sus remos eran incapaces de volver a su puerto, El hombre aquel durante dos horas estuvo tratando de hacer el camino de regreso, y le parecía estar agotado al ver que seguía en el mar abierto, se sentía sin fuerzas, las olas le movían como una cascara de nuez, y se encomendó a la Virgen del Carmen, aunque seguramente, si no llega a pasar por su lado un barco de pesca entonces grande, no lo había aguantado, desde dicho barco le lanzaron una cuerda que pudo atar a su parte delantera del barquito, y así regresar a su Ría de Ume, de donde no quería salir, pero el temporal jugo con su barquito y su vida. Cuando por la noche regreso a su pazo, estaba cansado de remar y de ver las olas que le tapaban, de aquel Mar Cantábrico, que cuando se pone bravo, sus olas se agigantan, y una barquita pequeña como la de este hombre es un puro juguete, su familia le vieron como agotado, y enseguida pensaron lo que le había pasado, que solo se quedó en un susto grande, La Ria de Ume como la de Betanzos es fácil navegar, más el Cantábrico cuando se enfada, es muy fácil naufragar. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre que, viviendo en un pazo de Pontedeume, hace ciento y pico años, tenía su huerto y su barquito, donde en algunos ratos salía por la Ría de Ume a darse su vuelta, y conseguía su pescadito para cenar cualquier noche, El barquito era de remos, y más bien pequeño, y su huerto alrededor del pazo, le daban verduras y maíz incluso para el ganado, Su vida era normal, nunca soñaba con hacerse rico, tan solo el poder sacar a su familia adelante. La vaca que tenia en su propio pazo, le daba leche de sobra para su consumo, incluso podía vender algo. Una tarde de primavera salía con su barquito a la Ría de Ume, para tratar de pescar algún pez atrevido, más el destino le llevo mar adentro, donde sus remos eran incapaces de volver a su puerto, El hombre aquel durante dos horas estuvo tratando de hacer el camino de regreso, y le parecía estar agotado al ver que seguía en el mar abierto, se sentía sin fuerzas, las olas le movían como una cascara de nuez, y se encomendó a la Virgen del Carmen, aunque seguramente, si no llega a pasar por su lado un barco de pesca entonces grande, no lo había aguantado, desde dicho barco le lanzaron una cuerda que pudo atar a su parte delantera del barquito, y así regresar a su Ría de Ume, de donde no quería salir, pero el temporal jugo con su barquito y su vida. Cuando por la noche regreso a su pazo, estaba cansado de remar y de ver las olas que le tapaban, de aquel Mar Cantábrico, que cuando se pone bravo, sus olas se agigantan, y una barquita pequeña como la de este hombre es un puro juguete, su familia le vieron como agotado, y enseguida pensaron lo que le había pasado, que solo se quedó en un susto grande, La Ria de Ume como la de Betanzos es fácil navegar, más el Cantábrico cuando se enfada, es muy fácil naufragar. G X Cantalapiedra.