PONTEDEUME: TUVO COSTUMBRES GALLEGAS....

TUVO COSTUMBRES GALLEGAS.
Aquel hombre de la Profunda Galicia, cargado de sentimientos y tradiciones, se sentía a sus 70, años un poco deslumbrado por la fuerza que le daba su dinero, Habiendo sido un hombre ahorrador y trabajando día y noche para hacer fortuna, al llegar a dicha edad pensaba, Tengo que correr lo que de joven no corrí, y divertirme lo que mi cuerpo aguante, ya que sin hijos ni esposa, no tengo herederos directos, y para que el diablo se lo lleve, Voy a correr los caminos del viento y de la noche hechicera. Fueron muchas horas de buscar el amor pagado, de solventar sus pasos llenos de alcohol muchas noches, de esperar la madrugada para llegar a su casa, donde su soledad se hacía la dueña sin saber qué hora podría despertarse aquel hombre, Su vida no tenía freno ninguno, y en sus ratos de lucidez normal, llegaba a pensar, si me casara ahora con alguna mujer de mi edad, seria un atraso, y si fuera con una mujer mucho más joven, seria yo el atrasado, ya que esa mujer me espabilaría y me llevaría al cementerio, la edad no perdona, y en sus ratos de soledad y de quietud en su mente, le pasaban por su cerebro cantidad de soluciones, que ninguna le gustaban a tope, si no que veía en todas ellas los fallos de su sencillez, de épocas pasadas. Habiendo sido un trabajador fenomenal, y habiendo ahorrado dinero para ser un hombre libre y feliz, Una tarde marchó a Coruña, quiso visitar La Torre de Hércules, y desde aquella altura pensar tranquilamente sobre su futuro. Más no era nada fácil, ya que hablar con una mujer normal de su edad le parecía imposible, y empezar a ser novio con esa edad le parecía un abismo. Volviendo en el autobús camino de su casa, pudo hablar con el viajero que le acompañaba en el asiento de al lado, Y el hombre tenía un problema como el suyo, pero agravado por la falta de economía, y estaba viudo sin demasiados medios, aunque tenia la virtud de estar en Centros de Mayores, comunicándose con personas de su edad, que más o menos actuaban de la misma forma. Sin temer que se le acabara el dinero. Ni tener que pagar los besos y abrazos, que algunas veces no le agradaban demasiado, Aquel viaje de vuelta de A Coruña, le despertó, y pensando que cada oveja con su pareja, le venía muy bien el consejo recibido, por aquel compañero de viaje, que le abrió los ojos cuando estaba dentro del túnel de la vida, G X Cantalapiedra.