PONTEDEUME: SE FUE A BUSCAR EL ALMA A PUENTEDEUME...

SE FUE A BUSCAR EL ALMA A PUENTEDEUME
En aquel verano de 2018, aquel hombre pensador y escritor, que viviendo en Madrid, se fue a pasar el verano en Puentedeume, donde una amiga suya le había invitado, para salir con ella, por aquellos bellos lugares, y a principios del mes de agosto, llegó donde aquella mujer le había explicado, se encontró rodeado de verde por todas partes, laderas que se extendían hasta las cimas de aquellos montes esplendidos, y en el Valle toda la Ría del Ume. Sin perder tiempo al día siguiente por la mañana temprano, fueron a desayunar a una chocolatería, desde donde se divisa todo el Puente, que le da nombre a ese bello lugar. Y donde empezaron a pensar en su lugar favorito, “Las Fragas de Ume”, con su monasterio de siglos, que ni los árabes dieron con él, durante la conquista de la Península Ibérica. En el pórtico de aquel local, de la chocolatería, sentados en una mesa, la mujer le comentó. “Ese lugar de Las Fragas de Ume, seguro que te hace sentir el alma”, el hombre serio pensó, no lo sé, ya veremos cuando salgamos de allí lo que pienso. Con su automóvil los dos humanos, se fueron hasta donde el pequeño autobús te lleva, hasta cerca del monasterio, de San Juan de Caaveiro, y lugar donde en adelante parece imposible que puedan circular coches. Allí después de apearse del autobús, cruzaron el Puente de madera volante, que tan solo puede aguantar el tránsito de siete personas, y en aquella ladera empedrada, comenzaron la subida hasta el monasterio y restaurante que allí existe. El paisaje era fabuloso, el río Ume con sus aguas que corrían hacia su propia Ría. Era un lugar para recordar en el futuro. Subieron esa pendiente de casi medio kilómetro entre piedras y arbolado, sin apenas poder ver el monasterio, de San Juan de Caaveiro, que se encuentra medio escondido, una vez arriba, visitaron aquel lugar, que solo tiene paredes de piedra. y donde algunas personas dicen que allí puedes encontrar tu alma. Entre aquellas soledades de silencio, donde apenas sientes el ruido del agua sobre las piedras. Aquel hombre sin religión alguna, ateo de corazón y sentimientos, por un momento pensó en aquella soledad tan inmensa, donde el ser humano hace siglos, vivía incomunicado, y no le extraño que algún monje encontrara su propio alma. Pero el no encontraba la suya. Aquellos días inmensos en excursiones, por diferentes lugares de aquel entorno, Conoció muchos rincones de esa Galicia, donde si no te explican que existe, nunca sería posible el visitarla. Pudo visitar la Playa Grande de Miño, donde las personas daban la idea de estar en las playas del Mediterráneo, y el Camino de Santiago que cruza por debajo del Campo de Gol de Miño. Aquellos días fabulosos, donde apenas llovizno un rato solamente, no le hizo aquel hombre cambiar de ideas, solamente conocer ciertos rincones, donde las meigas pudieran tener sus encantos. Y los seres humanos intentar conocer algún misterio. Los días aquellos de pasear por Puentedeume, y en La Plaza del Concello, tomar café en sus terrazas, recordando el buen chocolate, con el paisaje del Puente que tantas fotos le han hecho sus visitantes. Son recuerdos para siempre, Pero la fe en el alma, aquel hombre no la encontró en ningún lugar de La Galicia Profunda. G X Cantalapiedra. 13 - 9 - 2020