SANTA MARTA DE MAGASCA: Si mal sonante es la palabra “rollo” por la que “lloro”,...

Si mal sonante es la palabra “rollo” por la que “lloro”, no menos despreciable es la palabra “picota” de significado “óptica”, es ver lo que cuelga del rollo montado por los in-míseros (no míseros; ni míseros), que ajusticiaban y condenaban a los míseros a “garrote vil” y todavía el mísero tenía que “rogarte vil” asesino la muerte con que me quitas de la vida del hambre, al hombre a veces hembra. Como bien dice la canción que muchas veces no quería oír, en esa ciudad de Cáceres (Cazres), que aun continúa con la in-miseria de los monumentos levantados en otro tiempo para el castigo de la miseria.
He visto morir un hombre/sin nadie junto a su cuerpo/sin nadie que por él rece/ni siquiera un padrenuestro.
En los comienzos de la Iglesia la pena habitual por herejía era la “excomunión”. Cuando los emperadores romanos convirtieron el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, (emperador Constantino) los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento san Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes. En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como reacción el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses promulgando una legislación punitiva contra ellos.
Sin embargo, los esfuerzos iniciales desatados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron ineficaces.
En su primera etapa (hasta 1230), se denominaba “Inquisición episcopal” porque no dependía de una autoridad central, si no que era administrada por los obispos locales. En 1231, ante el fracaso de la Inquisición episcopal. Gregorio IX creó mediante la bula “Excomunicamun” la “Inquisición pontificada”, dirigida directamente por el Papa y dominada por ordenes mendicantes, especialmente los dominicos. El hecho de que religiosos bajo el control directo del Papa tuviera a su cargo los tribunales, fue un freno a su expansión, ya que algunos obispos no querían ver limitado su poder en una diócesis por la presencia de estos organismos papales.
En 1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula “Ad extirpanda” el uso de la tortura para obtener la “confesión” de los reos (ores). Se recomendaba a los torturadores no se excedieran hasta el punto de mutilar al reo (ore) o finiquitarlos. Las penas eran variables. Los que se negaban a abjurar, “herejes relapsos”, eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de muerte. La Inquisición pontificia funcionó sobretodo en el sur de Francia y en el norte de Italia. En España, existió en la corona de Aragón desde 1249, pero no en la de Castilla.
Inquisición española: la Inquisición real fue creada en la Corona (ancoro) de Castilla en 1478 por la bula del papa Sixto IV “Exigit sincerae devotiomis” con la finalidad de combatir las practicas judaizantes de los judeo conversos de Sevilla. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente de la monarquía, es decir, de los Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición se extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña y a los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada. La Inquisición se convirtió en la única institución común a todos los españoles, con excepción de la propia Corona, a quien servía como instrumento del poder real (apel); era un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras los agentes ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus respectivos reinos.
Inquisición romana: También llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en 1542.
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