María José: hace tiempo no sabemos de ti. ¿Cómo estáis por ahí? ¿Siguen poniendo los romanos carteles sobre la estatua parlante de la Piazza Paschino?
PASQUÍN: “Escrito anónimo que se fija en sitio público, con expresiones satíricas contra el Gobierno o contra una persona particular o corporación determinada” (DRAE)
¿Os acordáis cuando decimos o decíamos: esto está lleno de pasquines? Bueno, pues la cosa emana de un fulano romano llamado “Paschino”. Este tío (s. XVI) que se dedicaba por lo visto a la sastrería, o a la zapatería (a saber), tenía la manía de colocar, sobre el pie de una estatua clásica, que apareció por la plaza que ahora lleva su nombre, allá por el año la pera, una serie de carteles donde escribía sus quejas, denuncias y textos reivindicativos, poniendo a parir a las autoridades eclesiásticas y políticas. Parece ser que las autoridades debieron tomarlo por chiflado y lo dejaban que se desfogara. El caso es que los romanos copiaron el sistema y cada vez que tenían un problema, allá que te van con el pasquín. Parece mentira, pero ahí dicen que comenzó lo de la libertad de expresión en Roma. En España, según dicen, tardó un poco más.
Una de las frases más famosas que allí se colocaron fue: “Quod non fecerunt Barbari, fecit Barberini” (Lo que no hicieron los bárbaros, lo hizo Barberini).
El tal Barberini, fue un Papa (Urbano VIII) de origen florentino que, al margen de mucho dinero, tenía gran sensibilidad para el arte, especialmente barroco (Su genio preferido fue el famosísimo Bernini) Dicen las malas lenguas que su finísima sensibilidad artística le llevó a mandar fundir artísticos bronces antiguos para construir cañones. ¡Que va! Cosas de las malas lenguas. La envidia que es muy mala.
Es cierto, sin embargo, que expolió todo el bronce del Panteón de Agripa, para que el genio de Bernini llevara a cabo, entre otros, su famoso Baldaquino de San Pedro.
Quienes hayan estado sentado frente a esa obra, única del clásico romano, que es el citado Panteón, y se haya imaginado el bronce de los frisos, capiteles, frontón, no tiene por menos que sujetar el instinto animal para no exclamar: ¡Había que haber colgado de un poste al tal Barberini!
Dicen, que el satírico dístico de la famosa estatua lo colocó el médico personal del susodicho, al enterarse de semejante “barberinidad”. Por lo demás, es de reconocer que casi todo el barroco de Roma- que es mucho- se debe al mecenazgo del mentado Papa.
Este mismo sujeto impidió que a un tío que dicen decía: “eppur, si muove”, le fuese erigido, tras su muerte, un mausoleo. Menos mal que tres siglos después, otro Papa reconoció que efectivamente, la cosa se movía y, por tanto, Galileo, tenía razón. Nunca es tarde si la dicha es buena. Cosas de Papas. Saludos. PC
PASQUÍN: “Escrito anónimo que se fija en sitio público, con expresiones satíricas contra el Gobierno o contra una persona particular o corporación determinada” (DRAE)
¿Os acordáis cuando decimos o decíamos: esto está lleno de pasquines? Bueno, pues la cosa emana de un fulano romano llamado “Paschino”. Este tío (s. XVI) que se dedicaba por lo visto a la sastrería, o a la zapatería (a saber), tenía la manía de colocar, sobre el pie de una estatua clásica, que apareció por la plaza que ahora lleva su nombre, allá por el año la pera, una serie de carteles donde escribía sus quejas, denuncias y textos reivindicativos, poniendo a parir a las autoridades eclesiásticas y políticas. Parece ser que las autoridades debieron tomarlo por chiflado y lo dejaban que se desfogara. El caso es que los romanos copiaron el sistema y cada vez que tenían un problema, allá que te van con el pasquín. Parece mentira, pero ahí dicen que comenzó lo de la libertad de expresión en Roma. En España, según dicen, tardó un poco más.
Una de las frases más famosas que allí se colocaron fue: “Quod non fecerunt Barbari, fecit Barberini” (Lo que no hicieron los bárbaros, lo hizo Barberini).
El tal Barberini, fue un Papa (Urbano VIII) de origen florentino que, al margen de mucho dinero, tenía gran sensibilidad para el arte, especialmente barroco (Su genio preferido fue el famosísimo Bernini) Dicen las malas lenguas que su finísima sensibilidad artística le llevó a mandar fundir artísticos bronces antiguos para construir cañones. ¡Que va! Cosas de las malas lenguas. La envidia que es muy mala.
Es cierto, sin embargo, que expolió todo el bronce del Panteón de Agripa, para que el genio de Bernini llevara a cabo, entre otros, su famoso Baldaquino de San Pedro.
Quienes hayan estado sentado frente a esa obra, única del clásico romano, que es el citado Panteón, y se haya imaginado el bronce de los frisos, capiteles, frontón, no tiene por menos que sujetar el instinto animal para no exclamar: ¡Había que haber colgado de un poste al tal Barberini!
Dicen, que el satírico dístico de la famosa estatua lo colocó el médico personal del susodicho, al enterarse de semejante “barberinidad”. Por lo demás, es de reconocer que casi todo el barroco de Roma- que es mucho- se debe al mecenazgo del mentado Papa.
Este mismo sujeto impidió que a un tío que dicen decía: “eppur, si muove”, le fuese erigido, tras su muerte, un mausoleo. Menos mal que tres siglos después, otro Papa reconoció que efectivamente, la cosa se movía y, por tanto, Galileo, tenía razón. Nunca es tarde si la dicha es buena. Cosas de Papas. Saludos. PC