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MEMBRIO: RELATOS AL ATARDECER-LXXVIII....

RELATOS AL ATARDECER-LXXVIII.
LOS CLAVOS DEL MAL CARÁCTER. Había un niño que tenía muy mal carácter, su padre no sabía qué hacer para mejorar su personalidad, por lo que le entregó una bolsa llena de clavos y le dijo: “Cada vez que pierdas la paciencia o estés fuera de control, deberás clavar un clavo detrás de tu puerta”. Con el paso de los días el padre veía como la puerta se empezaba a llenar de clavos. Al tiempo después, el padre se dio cuenta que cada vez su hijo clavaba menos clavos en su puerta, descubrió que su hijo podía controlar su mal temperamento, ya que el clavar le hacía reflexionar acerca de su mal carácter.
Llegó un día en que el niño podía controlar su personalidad, por lo que le informa a su padre que ya no era necesario de clavar. Luego de decirle a su padre que ya había mejorado su actitud, el padre le sugiere a su hijo que retirara cada uno de los clavos que estaban detrás de la puerta, cada día en que pudiera controlar su carácter y no descontrolarse. Pasaron los días y el niño le informa a su padre que ya no habían más clavos para sacar de la puerta. Fue un gran logro, ya que pasó de clavar los clavos a luego sacarlos y terminar sin ninguno.
El padre lo toma de la mano y le dice sígueme, lo llevó hasta la puerta de su pieza y le dijo: ” Has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos agujeros que quedaron detrás de la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia dejas heridas tal cual como la ves en esta puerta. Tu puedes insultar a alguien y luego pedir disculpas, pero quiero que sepas que la herida permanece y el mal se difunde".
Puedes clavar una navaja a una persona y después retirarla, pero siempre quedara la herida y es muy difícil olvidar o sanar. No importa las veces que le pidas perdón, la herida permanecerá.
A veces las palabras dañan mucho más que algún tipo de agresión física, por lo tanto hay que medir lo que decimos, porque ni siquiera nos imaginamos el daño que estamos causando. Siempre hay que cuidar nuestras relaciones con los demás, porque no sabemos lo que nos puede esperar a futuro.